Por
  • José Badal Nicolás

El caos de los planes de estudios

RECURSOS ZARAGOZA. PARANINFO / 26-10-2017 / FOTO: GUILLERMO MESTRE [[[FOTOGRAFOS]]][[[HA ARCHIVO]]]
'El caos de los planes de estudios'
Guillermo Mestre

Ante todo me parece oportuno hacer hincapié en el significado de ‘caótico’ como estado indefinido, amorfo, desordenado, confuso, impredecible. Lamentablemente, gran parte de los actuales planes de ordenación docente de las universidades españolas son caóticos y, al igual que un sistema dinámico, muy sensibles a las condiciones iniciales, es decir, a los intereses de negocio de las instituciones privadas o de prevalencia de algunos departamentos o grupos de presión de las públicas, a veces en comunión con tutelas políticas o propensiones ideológicas.

La reforma de la universidad atañe a su gobernanza y pasa por una atractiva oferta de estudios que permita identificarla por su excelencia en determinados campos científicos y que la sitúe en posiciones destacadas del ránking internacional. Esto requiere un profesorado seleccionado atendiendo a estrictos criterios de mérito y capacidad, competente, motivado y suficientemente remunerado a tenor de su alta cualificación. Y también, claro está, una financiación acorde con lo que la sociedad demanda y espera del estamento universitario. Que nadie se equivoque; sin estos mimbres no es posible que nuestros centros universitarios ocupen un puesto más relevante en el panorama internacional.

En aras de la pretendida excelencia académica, habría que facilitar la estancia de profesores extranjeros de valía acreditada al menos durante un razonable periodo de tiempo, como algo natural y enriquecedor tanto para la calidad de la docencia como para la investigación. Huelga decir que una dotación económica suficiente para proveer los recursos y laboratorios necesarios y que rompa con la paupérrima inversión pública y privada en investigación, 0,54% y 0,70% del PIB respectivamente, es condición insoslayable para el cumplimiento de los fines asignados a nuestras instituciones de educación superior.

La proliferación de títulos de grado y máster diferentes en el sistema universitario
español no responde a criterios de calidad, sino a otro tipo de intereses

Pero en estas líneas quiero denunciar el elevado y arbitrario número de títulos de grado y máster registrados en nuestro país, muchos de ellos con propuestas curriculares difusas, infladas, que conforman un légamo de asignaturas descaradamente iguales o muy similares que se solapan con las de otros grados, y que por oscuridad de la razón o turbios intereses han conseguido la preceptiva e irresponsable aprobación de la autoridad correspondiente. Para asombro de propios y extraños, hoy se imparten en España más de tres mil grados, muchos de ellos vacuos o con contenidos muy parecidos; una cifra a todas luces excesiva que nos retrata más por la cantidad que por la calidad. Esta proliferación de títulos viene agravada por la moda de los dobles grados, una falaz ocurrencia que, lejos de procurar un bagaje curricular más rico en una determinada materia, a menudo responde a inconfesables pretensiones de arribistas que se aprovechan de gente bienintencionada. Lo que digo se da en todos los campos del saber, acaso más en las áreas no científicas, lo cual es aún más grave en la medida en que sus hinchados y pomposos grados congregan el mayor número de estudiantes universitarios matriculados.

El progreso y asimismo la competencia exigen una especialización, sin que esto suponga descuidar la formación básica, pero la justa, para así impartir conocimientos más sólidos y precisos que proporcionen mayores habilidades en determinadas materias y ayuden a sobresalir en áreas específicas y a encontrar salidas profesionales idóneas. En contra de la todavía arraigada preferencia por un amplio e inconcluso panel de conocimientos, lo dicho exige renunciar a un saber generalista o enciclopédico y ahondar en una docencia más orientada a una formación especializada bien diseñada. Esto implica un cambio de mentalidad en cuanto a lo que hay que enseñar, cómo hacerlo y cómo aprenderlo; y un atrevido cambio legislativo que propicie la redefinición de los actuales grados y másteres para incorporarnos al flujo de pensamiento dominante.

Hay que avanzar hacia una verdadera especialización de los planes de estudios

Una profunda y atinada reforma en pro de una oferta educativa correctamente estructurada y con un menor número de títulos oficiales homologados, una paulatina diferenciación de las universidades por mor de sus respectivos y específicos planes de estudios y unos ambiciosos programas de becas para facilitar la movilidad de los estudiantes a tenor de sus opciones curriculares, pueden ser las bases de partida para lograr egresados bien preparados y competitivos y nuevas generaciones de potenciales investigadores. Todo esto requiere tiempo, pero no debemos desistir de estos objetivos, porque no son utópicos. Dejemos de ser bichos raros en el panorama de la moderna y exigente educación universitaria.

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