Por
  • Alberto Jiménez Schuhmacher

Trampantojos

Ambiente nocturno en Zaragoza este 5 de marzo de 2021 en plena pandemia del coronavirus.
'Trampantojos'
TONI GALAN

Esta crisis sanitaria que vivimos me ha enseñado que hay gente más idiota, irresponsable y egoísta de lo que jamás hubiera imaginado. La pandemia me ha desvelado a muchos trampantojos humanos, personas que pensaba que eran de una manera y han sacado su esencia real. Todos estamos cansados, pero hay situaciones que, un año después, no deberían darse. Entristece ver que mucha gente sigue más pendiente de una posible multa que de evitar contagiar a otras personas. Las medidas son sencillas y efectivas pese a parecer del medievo: distancia, mascarillas buenas, nuevas y bien ajustadas, ventilación y lavado de manos. ¡Ni que hubiera que medirse el azúcar y pincharse insulina!

Había muchas maneras de celebrar una feliz navidad sin tener que celebrar un triste funeral semanas más tarde. Escucho conversaciones y parece que ya se nos ha olvidado la última ola al cambiar de hoja en el calendario. Me alucina ver la ligereza con las que muchas personas hablan de vacunas. En diciembre decían que no se la pondrían porque se habían hecho de forma muy rápida y hoy exigen determinado tipo de vacuna. Y es que los trampantojos ignoran décadas de investigación biomédica, miles de millones invertidos para disponer de ellas y a todos los científicos puestos a trabajar como una orquesta. Espero que aumente el ritmo de vacunación y podamos acabar pronto con la pandemia porque, como dice mi esposa, igual es el hartazgo acumulado, pero "creo que no acabaré esta pandemia sin que me detengan o sin dar una hostia a alguien".

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