Elíseos: cuando la ciudad se banaliza

Un contenedor de escombros, en la puerta del antiguo restaurante del Elíseos en Zaragoza
Las obras en lo que era el cine más antiguo de Zaragoza están en marcha-
José Miguel Marco

Cuando el cine Elíseos cesó en su actividad en 2014, para desolación de quienes frecuentaban la sala de exhibición comercial más coqueta y con mejor programación de Zaragoza, se mareó un tiempo la perdiz con una posible reapertura tras su digitalización. Llegó a surgir una asociación ciudadana para reflotarlo. Y Mayte Pérez, en sus tiempos de consejera de Cultura, planteó su compra para hacerlo sede de una filmoteca aragonesa (destino que casaba bien con el local, que en su larga historia de 70 años acogió la filmoteca municipal, además de un cineclub y de haber sido sala de arte y ensayo). Nada de esto ha prosperado y lo que le espera a Zaragoza es una nueva devaluación de su identidad con la apertura allí de una hamburguesería de una cadena estadounidense. El patio de butacas ya ha sido desalojado y veremos qué más se pierde por el camino.

La banalización de los espacios compartidos de esta ciudad, de sus lugares culturales, de sus comercios, su hostelería, es común a otras en España. Empezando por la capital, por Madrid, donde se visualiza fácilmente cuán rápido puede desdibujarse el alma urbana cuando las multinacionales de la comida rápida o de la ropa se hacen con cines, teatros y tiendas históricas; una degradación de la que no escapan ni sus zonas más nobles: el Real Cinema de la plaza de Ópera va a correr pronto exactamente la misma suerte que el Elíseos. Pero no es un fenómeno universal ni inevitable. También hay donde se corrige, aunque hacen falta otra legislación y otras formas de hacer política respecto al patrimonio colectivo.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión