El jaque de Arrimadas en el tablero de la política española no afectará al actual estado de los pactos en la Comunidad, en especial el del Ayuntamiento de Zaragoza, según sostienen los principales líderes aragoneses. Inés Arrimadas, que ha dado un golpe de mano con indudable repercusión nacional y también interna en Ciudadanos, corre un riesgo real de hundimiento electoral si los votantes dan la espalda a su apuesta, lo que multiplicaría las posibilidades de quedar a merced de PP y PSOE, cada uno a un lado del espectro político.

La líder de Ciudadanos, que se sacude la alargada sombra de Albert Rivera, adquirió el respeto, respaldo y consideración no solo en Cataluña sino en el conjunto nacional por plantar cara de manera decidida y valiente a la presión secesionista, lo que le llevó a ganar las elecciones autonómicas en 2017. Sin embargo, esa acción política percibida incluso como una misión en favor de la unidad de España ha quedado difuminada en los últimos años, una bandera que ha heredado Vox en los comicios catalanes en febrero. La búsqueda de una rápida recuperación electoral, su apuesta por copar el espacio de centro sin la amenaza del PP y su reivindicación interna le ha conducido a dar un paso tal vez precipitado y, sin duda, arriesgado, cuyas consecuencias se verán en las urnas. Será el momento de verificar el efecto real en Aragón. De entrada, no parece probable que Cs altere su papel en el Ayuntamiento de Zaragoza, cuando la propia Sara Fernández pudo ser, de hecho, alcaldesa, y el pacto de gobierno con Jorge Azcón ha funcionado hasta ahora sin estridencias.