Director de HERALDO DE ARAGÓN

Un Gobierno en pandemia

Javier Lambán, en Huesca.
Javier Lambán, en Huesca.
Verónica Lacasa

Ocultas por la neblina de la covid, varias de las consejerías del Ejecutivo aragonés presentan una abierta falta de visibilidad. El primer año de la pandemia ha sumido al cuatripartito en una discreta convivencia solo agitada por pequeñas disputas políticas. A los socios apenas se les distingue, incluso se les confunde, siendo el presidente Javier Lambán el que goza de una imagen más nítida. Nada augura ni imagina ruptura o fractura alguna, por lo que la legislatura se agotará. Tampoco se prevén cambios. Lambán, que evita conjugar la expresión ‘crisis de gobierno’, renuncia a cualquier movimiento. Salvo la forzada sustitución en el Departamento de Sanidad que permitió la salida de Pilar Ventura y la llegada de Sira Repollés, la intención es que los mandatos concluyan como empezaron. Aunque algunos departamentos acusan signos de fatiga, no se prevén relevos ni refuerzos y menos ahora que se desea trasladar una imagen de cerrada estabilidad tras el anuncio de la enfermedad del presidente.

Las presiones sobre el Gobierno regional nacen del fuego amigo. La tensión externa, la procedente de la oposición y de los colectivos económicos y sociales, se tolera con normalidad. Solo preocupan las cuestiones internas de los miembros del cuatripartito.

La reincorporación desde su convalecencia domiciliaria del vicepresidente Arturo Aliaga ha confirmado, por ejemplo, que los críticos del PAR permanecen activos. Aliaga, distante de lo orgánico y centrado en un papel gestor hoy condicionado por su situación personal, considera que podrá revertir los malos datos que recogen los sondeos y diluir las dudas sobre su ‘rentrée’. La naturaleza de socio de referencia del PSOE, que le sirvió para lograr su única presencia en el Consejo de Gobierno, sigue despertando los recelos en un sector de los aragonesistas.

Las autonómicas de 2023 aún quedan lejos. Antes, el PSOE deberá enfrentarse a unas primarias en las que tendrá que interpretar los deseos de Ferraz tras descubrir el resultado de este mismo proceso en Andalucía. En el socialismo aragonés, por el momento, nadie se mueve. La prudencia obliga y la estabilidad de las instituciones se considera prioritaria. La preocupación en el Ejecutivo afecta a las urgencias de CHA y Podemos, sabedores de que la pandemia ha frenado una exposición que se preveía altamente rentable. Empujados por la coyuntura política, los dos partidos pretenden elevar el tono, ganar visibilidad mediática, aunque manteniendo siempre la lealtad a Lambán. En el caso de Podemos, desde luego, sin alcanzar las tensiones que se registran en el Gobierno central y que garantizan la presencia diaria de Unidas Podemos en los titulares, aunque sí se pretende poner de relieve el valor de su aportación a la estabilidad del Gobierno autonómico.

Inclinado como se encuentra el Ejecutivo regional hacia lo sanitario y asistencial, una evidencia que se reconoce en el peso y en el ritmo de las últimas decisiones adoptadas y en la ganancia de autoridad del Departamento de Sanidad, toda su valoración política ha venido marcada por el análisis de la gestión de la crisis de la covid-19. Con errores y aciertos a lo largo de estos meses, su actual reto como Gobierno –en especial con los presupuestos autonómicos aprobados– pasa por recuperar la visibilidad de todos sus integrantes, algo que debe facilitar el ritmo de la recuperación económica y la vuelta a la normalidad.

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