Prudencia ante Semana Santa
Mantener los niveles de alerta y el cierre perimetral de las comunidades autónomas de cara a Semana Santa parece lo más prudente en un momento delicado de la evolución de la pandemia. Sería imperdonable, una vez que está casi superada la última ola, que por precipitación o por imprudencia se echase a perder el esfuerzo realizado y España se encontrase con una nueva oleada de contagios justo antes del verano. Y el perjuicio a la economía podría ser entonces mayor.
A la espera de que sea ratificado, el acuerdo alcanzado ayer entre el Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas sobre las medidas preventivas en Semana Santa parece razonable, aunque suponga continuar con restricciones problemáticas durante un mes más. Lo principal será mantener tanto el nivel de alerta como la prohibición de los desplazamientos entre las autonomías. Esto limitará la posibilidad de viajar durante ese periodo vacacional y supondrá que muchos negocios turísticos sigan sin encontrar alivio a su difícil situación. Pero relajar las restricciones y los confinamientos ahora provocaría casi con toda seguridad un nuevo brote de la covid con la consiguiente introducción posterior de limitaciones más estrictas que pondrían en peligro el periodo veraniego. En Aragón, además, la ocupación de las ucis sigue siendo muy alta y un aumento de los contagios volvería a ponerlas rápidamente bajo una intensa presión. Por eso, conviene que no nadie confunda la rebaja de algunas restricciones anunciada ayer por la consejera de Sanidad, en la víspera de la fiesta zaragozana del Cinco de Marzo, con un mensaje de relajación que sería inapropiado. Por el contrario, hay que insistir en la responsabilidad personal, tanto ante las celebraciones festivas como respecto a las manifestaciones políticas o reivindicativas como el 8-M. En este momento lo principal debe ser asegurar que el esfuerzo ímprobo realizado contra la pandemia no sea baldío.
