Miradas compartidas

Opinión
'Miradas compartidas'
Heraldo

En nuestra vida, vivida y compartida, hay fechas que no olvidamos. Para los españoles, especialmente los que vivimos la Transición, hay una fecha imborrable, el 23 de febrero de 1981. Ese día todos recordamos dónde estábamos y especialmente dónde dormimos esa noche. Yo, como muchos, lo hice fuera de mi casa. Esa tarde, una vez conocido el golpe de Estado, el profesor Jesús Lalinde, con el que trabajaba mi tesis, me recomendó encarecidamente que no fuera a mi domicilio habitual. Pues él recordaba lo que sufrió en el campo de concentración de Albatera, donde coincidió con el profesor Manuel Tuñón de Lara. Dicho campo fue uno de los más duros que hubo en España tras el final de la guerra civil. Imposible olvidar la mañana del 24 en el Instituto de Borja. Los alumnos me esperaban impacientes pues querían, necesitaban saber, comprender lo que había sucedido. Muchos de ellos habían preguntado a sus abuelos por su pasado. Dado que queríamos recuperar la historia de sus pueblos, sobre todo la no estudiada y oculta hasta entonces: la Segunda República y la Guerra Civil. El miedo se juntaba con la emoción al contárselo y de nuevo temían que se volvieran a producir los sufrimientos pasados.

La democracia y el Estado de derecho ganaron la partida frente a los golpistas
y el 24 de febrero de 1981 regresó la normalidad

Este año, mientras se conmemoraba el 40 aniversario, estaba visitando la Exposición ‘Retrato de un campo de internamiento, Gurs 1939-1944. Dibujos de la Fundación Elsbeth Kasser’. En el IAACC Pablo Serrano. Esta enfermera suiza, llamada el Ángel de Gurs, abrió un barracón de la Cruz Roja en 1940. En él cuidaba a niños, a madres jóvenes y mujeres solas. Mi mirada se fijó en los dibujos de los niños, pues en ellos se ve cómo la guerra y la persecución han destruido sus sueños y proyectos. Una vez más los niños nos sugieren con su imaginación una vida mejor. Los dibujos y pinturas expuestas fueron realizadas por los artistas que había en el campo y le fueron dados en agradecimiento por su labor. Este campo, olvidado y desconocido, incluso por los franceses, lo visitamos en el año 2012. Los alumnos expresaron en unos textos sus sentimientos y emociones. "Frío, miedo, hambre, muerte, tristeza… Muchas son las palabras que te vienen a la cabeza cuando escuchas o lees historias de personas que, como tú mismo, en otro tiempo, se han visto obligadas a dejar atrás su casa y su patria por unos ideales en los que creyeron y pensaron que podían dar un mundo más libre y justo para todos. Todo se queda corto cuando, en primera persona, te encuentras dentro de un barracón de un campo de refugiados". Cuando programamos la visita, en colaboración con la asociación ‘Terres de Mémoires et de Luttes’, pensábamos lo importante que era aquello que escribió Benjamin Franklin, y que curiosamente un alumno en la valoración del viaje nos recordó: "Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo". Por ello no nos sorprendió leer que: "A veces los recuerdos te hacen sufrir pero creo que la historia es mejor conocerla, por muy dura que sea. No podrán muchas horas de estudio retener tanto como la impresión de un viaje como este". Todos los textos escritos detallan la emoción que les supuso la visita al cementerio judío de Gurs, donde 1.073 tumbas idénticas hermanan a todos los que allí sufrieron y murieron: "Todos los compañeros guardamos un profundo silencio y cada uno individualmente fue a depositar su flor, pequeño signo de memoria a una lápida". Esta exposición, visitada por más de 7.000 alumnos con sus profesores, como el actual recuerdo de los 40 años, nos ayuda a entender que la Historia debe ser una actividad ciudadana, comunal y compartida, como una conversación entre presente y pasado. Pienso que los seres humanos estamos construidos sobre el tiempo. Nuestra identidad es nuestra memoria, individual y colectiva.

Debemos conocer y compartir
nuestro pasado para poder construir nuestro presente y nuestro futuro

Los alumnos de entonces y de ahora me han enseñado lo importante y necesario que es compartir nuestro pasado para construir nuestro presente. Siempre he defendido que conocer nuestra Historia es un derecho y un deber. Para comprender el presente necesitamos conocer el pasado y así podremos compartir todos, mayores y jóvenes, que el Estado de derecho y la democracia ganó la partida a los golpistas y el 24 de febrero volvimos a dormir en nuestras casas. Entonces, como ahora, los jóvenes quieren un futuro de acuerdo y concordia y, por tanto, hemos de buscar el punto de inflexión que nos traiga la esperanza para un tiempo nuevo.

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