Por
  • Octavio Gómez Milián

Democracia

Pablo Iglesias y Jaume Asens, de Podemos, consultan el móvil en el Congreso.
'Democracia'
EFE/Mariscal

Es democrático un país en el que puedes encontrar todos los libros que quieres en los estantes de una biblioteca? Sí. ¿Y defender pasar de una monarquía parlamentaria a una república federal a través de una propuesta política que defienda la mayoría necesaria en el Congreso de los Diputados? Sí. ¿Es solidario que uno pueda comprar en la farmacia de Salou los medicamentos que le recetaron en el ambulatorio de María de Huerva? Sí. ¿Y poder dar clases en un instituto de Huelva habiendo nacido en Castellón? También. ¿Es coherente ser miembro de Payasos sin Fronteras y luego defender la independencia de un territorio? No. ¿Son libertad de expresión unos tuits nauseabundos? Sí. ¿Es defender la libertad de expresión incendiar contenedores encapuchados? No. Defender la libertad de expresión es publicar unas caricaturas de Mahoma en un semanario de humor. ¿Eres antifascista si te dedicas a escribir proclamas ripiosas con almohadillas delante mientras dudas qué serie de Netflix verás a continuación? No. Antifascista era Wilbur Smith, de Virginia Occidental, tratando de evitar que se le salieran las tripas en la playa de Omaha el Día D. Tú eres un ababol y yo, que escribo lugares comunes a las once de la noche, después de subir vídeos de fracciones para mis alumnos confinados, cabreado porque una gestión de más de sesenta mil muertos no haya provocado ninguna manifestación, estoy casi seguro de que también lo soy. Un ababol, no un antifascista. Con perdón.

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