La contaminación del aire en nuestras casas acorta nuestra longevidad. Numerosos agentes químicos en forma de gases o partículas que son exhalados por productos de limpieza, sprays, perfumes, ambientadores, pinturas, disolventes, o generados al cocinar, vician el aire de nuestros hogares. Muchas veces este aire está ya condicionado y muy mal reciclado. La concentración de partículas en espacios compartidos puede tener un impacto grande en nuestra salud. Muchas estimaciones indican que la reducción de los niveles de estas repercute favorablemente en la salud pública. A nadie se le escapa que prohibir fumar en el interior de bares y restaurantes ha sido bueno para la salud y el bienestar de todos.

Ahora nos enfrentamos a una nueva amenaza cada vez que entramos en un espacio cerrado llamada SARS-CoV-2, el virus de la covid-19. El maldito virus puede estar en el aire dentro de unas partículas minúsculas que llamamos aerosoles y que pueden permanecer mucho tiempo suspendidas en el aire. Por eso debemos evitar ir a casas en las que no vivimos. Por eso debemos evitar espacios cerrados mal ventilados.

Ventilar una casa o un local no es abrir un rato al día las ventanas o la puerta. O incluso dejar la puerta abierta de un local todo el día. Debemos ser más conscientes de que ventilar es renovar el aire. Debemos generar una ligera corriente de aire continua, distribuida y cruzada que renueve el aire y se lleve lejos a esos aerosoles. Limpiemos los espacios cerrados del ‘humo’ del coronavirus.