Por
  • Antonio López Peláez

Participación y bienestar social

La parroquia del Carmen no descansa por Navidad, y este año ha recibido un incremento de donaciones.
'Participación y bienestar social'
Toni Galán

Uno de los grandes avances de nuestro tiempo es la preocupación por el bien común, que podría definirse en términos orteguianos como el suelo común desde el que desarrollamos nuestro proyecto personal y colectivo. Es lo que llamamos el Estado del bienestar, que tiene diversas configuraciones, pero que en todo caso se alimenta de una dinámica universalista, basada en la noción de ciudadanía. La salud, la educación, el cuidado… son para todos, porque todos somos ciudadanos. Desde el Trabajo Social lo expresamos con el lema "servicios sociales para todos y para todas". En el contexto de radicalización y polarización en el que nos encontramos inmersos, definido por la negación del contrario, es importante poner de relieve que la ciudadanía, la democracia y el bien común nos incluyen a todos.

Esta inclusión social es posible a través de un doble movimiento. En primer lugar, visibilizar lo invisibilizado, dando voz a las personas y colectivos que se encuentran en riesgo de exclusión social, o simplemente son invisibles. En segundo lugar, favorecer la participación. Sin ingenuidades. Todo modelo de Estado de bienestar es el resultado de un equilibrio de intereses contrapuestos, legítimos, pero en los que se generan ganadores y perdedores. Por eso hay que estar ojo avizor para que aquello que se nos queda fuera pueda ser incluido dentro. Por ejemplo, nuestro Estado del bienestar está focalizado en las personas mayores, pero no en los jóvenes. No es neutral. Ningún Estado del bienestar lo es.

La forma más eficaz de abordar los problemas en el ámbito de los servicios sociales es hacerlos visibles

Es posible que nunca podamos alcanzar un equilibrio perfecto entre todos los grupos de interés. Pero sí podemos estar atentos a las consecuencias negativas (con atención especial a las que no pensábamos que se fueran a producir, pero se generan de forma inesperada por la propia dinámica de nuestras intervenciones). Paul Virilio decía que toda tecnología produce su propio accidente, y en nuestras políticas, también las sociales, se generan efectos que tienen que ser evaluados y en su caso compensados. El ‘e-social work’, o ‘trabajo social digital’, nos puede ayudar a evaluar en tiempo real el resultado de nuestras políticas sociales.

Precisamente por ello la polarización, la radicalización y las respuestas únicas, impositivas y dogmáticas, no son buenas estrategias para resolver los problemas reales. Quizás por eso algunos de los participaban en ideologías totalitarias han acabado abandonando el sueño de una respuesta definitiva y total (pensemos en el siglo XX, y en cuántos antiguos bolcheviques o fascistas, en términos de Ortega y Gasset, evolucionaron con el tiempo hacia posiciones mucho más flexibles).

Y nada mejor que hacerlo a través de la participación de todos los actores implicados, lo que supone reconocer los diversos intereses en juego

Frente a estas estrategias para alcanzar el poder, e imponer una solución (a menudo por la fuerza), en el ámbito de los servicios sociales experimentamos cada día que la forma más eficaz de abordar los problemas es visibilizarlos. Y para visibilizarlos, nada mejor que hacerlo a través de la participación de todos los actores. Lo cual implica reconocer los diferentes intereses en juego. La ciudadanía democrática se basa en reconocer y visibilizar a todos los actores (y sus legítimos intereses), y en potenciar la participación (incluyendo el diseño de los servicios sociales).

En estos tiempos de pandemia, pensar sobre nuestra ciudadanía democrática, sobre la participación y el bienestar, implica poner sobre la mesa una verdad muy incómoda para los que hacen de la polarización su identidad. Conviene recordarla: negando a los demás nos negamos a nosotros mismos. Y, al contrario, participar con los demás nos permite reconocernos como ciudadanos que tienen la suerte de poder decidir sobre el bien común. Con una ventaja añadida: participando resolveremos mejor nuestros problemas y aprovecharemos mejor nuestras oportunidades. No lo olvidemos.

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