Por
  • Inocencio F. Arias

España, Rusia y los derechos humanos

Protesta en Moscú contra el arresto de Navalni.
'España, Rusia y los derechos humanos'
MAXIM SHIPENKOV

El Gobierno ha elaborado una Estrategia de Acción Exterior. Es un documento rimbombante, hueco y voluntarista. Tiene un aroma zapateril con un chorro de licor podemita. Recuerda al eslogan oficial "vamos a salir más fuertes", cuando era evidente que la pandemia nos había dejado muy tocados. Se proclama que nuestra estrategia exterior se articula en torno a cuatro ejes. El primero, "la promoción de los derechos humanos, la democracia, la seguridad, el feminismo y la diversidad como referentes de la acción de España en el mundo".

Queda mono y edificante, pero si esto es el eje básico de nuestra política exterior, si lo colocamos al inicio iluminador de nuestros desvelos, habría que actuar pronto. ¿Cómo lo traducimos? De ninguna manera. No creo que vayamos, sin dilación, a denunciar a China por autoritaria y por violar los derechos humanos teniendo a cientos de miles de personas de la minoría uigur en campos de concentración. Tampoco es creíble que nuestra diplomacia le lea la cartilla a Irán, que nos neguemos a comerciar con los ayatolás por su trato punitivo a los homosexuales, que montemos una campaña en Naciones Unidas señalando que Cuba es quizás el único país de toda América que no ha celebrado unas elecciones verdaderamente democráticas en sesenta años. Este Gobierno tampoco va a apretarle las tuercas a Venezuela, violadora egregia de los derechos humanos, ni a denunciar a un país asiático que ha condenado a 77 azotes a un homosexual.

La Estrategia de Acción Exterior elaborada por el Gobierno sitúa en su frontispicio ideales de apariencia bienintencionada, pero que difícilmente tendrán plasmación concreta en las realidades de nuestra política exterior

El programa es paralenguaje, juegos florales que encantan a la nueva izquierda y que, en su desarrollo, temen muchos diplomáticos, escondan quizás la intención de ‘democratizar’ el servicio diplomático colando a jóvenes afines, sin un examen serio, sin unas oposiciones tachadas de clasistas porque hay que prepararlas concienzudamente y en ellas no caben hasta ahora ni tribunal amañado ni tesis plagiadas. Ni carnet.

El caliente incidente con Rusia es un buen ejemplo de nuestra prioritaria ‘defensa’ de los derechos humanos. Moscú envenena a Navalni, un opositor que en España, Francia o Alemania tendría su partido y escaños en el Parlamento. Navalni se cura en Alemania y regresa valientemente a Moscú. Es incómodo para el ‘zar’ Putin porque revela aspectos que lo ponen en evidencia. Es detenido con cargos que no se tienen de pie en un estado democrático. Miles de simpatizantes de Navalni que se manifiestan son arrestados.

¿Protesta España, cuyo Gobierno tiene como primer mandamiento la defensa de los derechos humanos? No, nos callamos. ¿Por temor a represalias, porque la inefable Estrategia es caca de la vaca o por las dos cosas? Silencio.

Entra en escena Borrell como jefe de la diplomacia europea. En Moscú habla con Lavrov, su colega ruso, persona tan inteligente como cínica. Es el ruso el que lleva la voz cantante en cuanto le menciona a Navalni. Desaira a la UE y tiene las narices de equiparar a Navalni con los golpistas separatistas catalanes. Habla de los "presos políticos" de España. Aviesamente, Lavrov sabe que ese grupo catalán ha dado un golpe de Estado separatista algo que en Rusia sería juzgado más severamente que en España. Sabe, además, que su gobierno interfiere por Internet los procesos electorales occidentales, entre ellos el de Estados Unidos o el catalán.

Véase el último incidente con Rusia

Ahora sí, la ministra española Laya interviene. Recuerda que lo que hay en España son políticos presos y no presos políticos y que ocupamos el número 23 de las democracias plenas mientras que Rusia colea en el 124. (No es raro que dentro de nuestro Gobierno su vicepresidente casi desmienta a la ministra y coincida con Lavrov. Lo cual demuestra dos cosas: que Pablo Iglesias, como buen ‘fascista de izquierdas’, no sabe lo que es el Estado de derecho y que, a la hora de defender la integridad de España, el Gobierno de Sánchez es su propia ‘quinta columna’)

La ministra española, a diferencia de su jefe –el de la ‘niñera asesora’–, reacciona, pues, adecuadamente cuando se ataca a España. Pero va a seguir dejando la hermosa Estrategia en el cajón cuando los conculcadores de los principios del documento sean países grandes y más aún de izquierdas. Se le grita a Honduras si gira a la derecha, pero no a China, Rusia o Irán. Puedes salir trasquilado.

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