Los servicios sanitarios aragoneses se han visto obligados a reajustar los planes de vacunación para adaptarse al retraso en el suministro de viales. En estos momentos no hay garantía de una distribución suficiente. Se trata de un grave problema que afecta al resto de las comunidades y a todos los países de la UE. Madrid, por ejemplo, ha anunciado que suspende la vacunación de los sanitarios que están en primera línea de la covid-19 por falta de dosis. De forma paralela al ímprobo esfuerzo realizado por los científicos para disponer de vacunas eficaces en menos de nueve meses, los gobernantes tenían que haber tenido organizadas la producción y distribución para que ahora no suframos esta alarmante escasez.

Estamos viviendo lo que parecía imposible hace un mes, cuando se anunció el inicio de la vacunación contra la covid-19: se está dejando de vacunar o se están aplazando las citas para ello por no disponer de suficientes dosis a causa del cambio de criterio en su distribución por parte del Gobierno central y por la falta de capacidad productiva por parte de las farmacéuticas. Se trata de un hecho grave en medio de una escalada de contagios y muertes a causa de la enfermedad.

El coronavirus sigue exhibiendo su naturaleza expansiva y muy contagiosa en todo el mundo. Tanto es así que todas las autonomías y también la UE se plantean nuevas restricciones a la libertad de movimientos. En este contexto, la labor preventiva que se desarrolla con la vacunación masiva es la que, a medio y largo plazo, será decisiva para librarnos a todos de la pandemia. Por ello, las autoridades deben esforzarse al máximo para aumentar el número de dosis obtenidas y optimizar la distribución y las dotaciones de personal sanitario. El objetivo es que la vacuna, tanto tiempo esperada, contribuya cuanto antes a recuperar cierta normalidad.