La Biblia de Biden

Opinión
'La Biblia de Biden'
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Fue Estados Unidos el primer país fundado explícitamente sobre la separación entre la Iglesia y el Estado. O entre las iglesias y el Estado, pues otra característica primigenia de aquella nación es la variedad de confesiones de sus habitantes, todas dentro, en el momento inicial, del cristianismo. Pero ese mandato de neutralidad religiosa no impide que los presidentes norteamericanos apoyen su mano derecha, en el momento de jurar el cargo, sobre una Biblia; o incluso, en algunos casos, sobre dos Biblias. No es un imperativo legal, pero sí una tradición consolidada que aporta un detalle anecdótico pero significativo: el origen del ejemplar del que se sirve cada presidente. Curiosamente, el primero de ellos, Washington, tomó prestada la Biblia de una logia masónica neoyorquina. Lincoln, en 1861, hizo comprar una para la ocasión, que ahora se guarda en la Biblioteca del Congreso y que también fue utilizada –¡caramba!– tanto por Obama como por Trump. Son muy pocos los presidentes que prescindieron de las Escrituras. Adams, en 1825, prefirió recurrir a un libro de leyes. Theodore Roosevelt y Johnson, en sus primeros mandatos, tuvieron que renunciar a cualquier solemnidad para tomar posesión con urgencia cuando sus predecesores fueron asesinados. Hoy, Joseph Biden, segundo católico de los cuarenta y seis presidentes de Estados Unidos jurará defender la Constitución sobre una Biblia que sus bisabuelos compraron en 1893. Un sólido volumen con un lomo de 13 centímetros de ancho, robusta cubierta de cuero, cierres de metal y una cruz céltica grabada en la tapa. Se ha impuesto la tarea, dice, de "curar y restaurar el alma de América". Le hará falta mucha ayuda.

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