Por
  • J. L. Rodríguez García

USA

capitolio
'USA'
Heraldo

Resucitan una y otra vez las imágenes de un Capitolio USA invadido, mientras aprovecho para perderme en la música de ‘Born in USA’ y, más tarde, de ‘Murder most foul’, Springsteen y Dylan: en sus voces se destila amargura y a un tiempo un poso de ese viejo orgullo que el presidente Trump ha intentado mancillar durante su infernal mandato. Comprobar la insolencia y la violencia de la turba irrumpiendo en el edificio para violentar un acto democrático produce escalofríos porque alerta de hasta qué punto puede embravecerse el populismo en su deriva para inventarse una realidad paralela que exige su confirmación política. Para urdir, no erremos, un directo golpe de Estado. Cinco muertes, este es su tesoro…

Y me vienen a la memoria las ‘Consideraciones políticas…’ de Naudé, el libertino francés del siglo XVII, autor de un breve opúsculo sobre el ser de los golpes de Estado. Las publicó en una curiosa edición de doce ejemplares. Extraigo un breve fragmento que podría detenernos un minuto en el sosiego de la reflexión: los golpes de Estado son "acciones osadas y extraordinarias que los príncipes están obligados a realizar en los negocios difíciles y como desesperados, contra el derecho común, sin guardar siquiera ningún procedimiento ni formalidad de justicia". El Príncipe: Trump… Y sus imitadores sin cuento, allá y aquí… "No tengo a donde ir", cantaba airado el de New Jersey; "un día que vivirá en la infamia", certifica Dylan salvando las distancias. Que nuestra fuerza nos libre de aventuras estúpidas.

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