Por
  • Eva Pérez Sorribes

Bucle perverso

Las ucis de los hospitales aragoneses siguen teniendo un alto porcentaje de ocupación con pacientes covid.
'Bucle perverso'
Oliver Duch

Suben los contagios a la vez que la perplejidad. Se cumplen los pronósticos y aún sabiéndolo, se nos echa encima la curva que dispara gráficos y cabreos. El Gobierno echa la culpa al ciudadano -que se lo ha pasado demasiado bien dice Fernando Simón- y el ciudadano le recrimina al Gobierno lo que no se atrevió a hacer para evitarlo. Y en medio, la clá de unos y otros -por bandos y en trincheras- alimentando tertulias a ritmo de carruseles deportivos. Es el bucle perverso. Y está cogiendo velocidad. Pero se impone la necesidad de romperlo y esto es cosa de todos. Es imposible buscar solución a lo que puede ser el peor y más grave coletazo de esta pandemia desde la división. La primera víctima de la división es la confianza y su falta solo genera desafección y a la postre desobediencia. Mientras unos apostaban por suspender la Navidad -o la falsa idea que se tiene de ella- otros apuntan ya a suspender la democracia. Pero en realidad lo único que necesitamos es aprobar en cooperación. Y cada uno aplicarse en lo suyo. Los gobiernos, todos, con medidas claras que busquen la salud y proteger la vida por encima de todos los falsos dilemas, los ciudadanos con responsabilidad individual que garantice la propia supervivencia y evite el colapso de nuestro sistema sanitario. No es fácil, pero tampoco tan difícil. Y menos con el horizonte luminoso de la vacuna. Se trata de mirarnos más allá del ombligo, cada uno el propio, y los gobiernos el de sus partidos, y resistir el tirón. Cuidarse y cuidar, para no lamentar. Cualquier despiste, aquí, será fatal.

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