Años de Goya

Retrato del pintor Francisco de Goya.
'Años de Goya'
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Hemos empezado el año entre nubarrones. La pandemia arrecia, Estados Unidos muestra la atracción por el caos del populismo, la nieve nos paraliza y hasta Iñaki Gabilondo se despide ‘empachado’ de polarización. Un 2021 ante el que todos tendremos que hacer un esfuerzo añadido para sacarlo adelante. De lo pequeño a lo grande, empezado por los autocuidados y la responsabilidad propia, que no significa ni individualismo ni culpar a los demás, como graznan algunos. Y celebrando lo que se pueda, que tampoco es lo mismo que juntarse sin control.

Pensando en positivo, en Aragón tenemos por delante una celebración que siempre es un estímulo, con el 275 aniversario, el 30 de marzo, del nacimiento de Goya, una fecha que el Gobierno de Aragón ya ha incluido por derecho en su calendario cultural. Empezó de facto con el presidente Javier Lambán emitiendo su discurso de fin de año ante los Goyas del Museo Provincial. A la vez, como bien saben los lectores, el Ayuntamiento de Zaragoza trabaja en un plan para ser la ciudad del pintor.

Son dos proyectos llamados a ir de la mano y enlazar una ‘década Goya’, desde ahora mismo hasta el otro gran aniversario: el bicentenario del fallecimiento, el 16 de abril de 2028. Hace un siglo, nuestros antepasados crearon la Junta Nacional del Centenario en Madrid y una Junta Provincial de Zaragoza. Del 9 al 24 de abril de 1928 Viajes Marsans organizó una gira como "agentes oficiales para el turismo" para asistir a los actos del Centenario en ambas ciudades. En Zaragoza están desde el 16 al 21 y participan en distintos actos: inauguración del Rincón de Goya, la obra de Fernando García-Mercadal que introduce en España el movimiento moderno en arquitectura; apertura de sendas exposiciones de obras religiosas y de obras girondino-aragonesas; inauguración de la Biblioteca Popular Goya, y sesiones académicas y teatrales, entre otros. Todo un acontecimiento.

El 30 de marzo se celebra el 275 aniversario del nacimiento de Goya y el 16 de abril de 2028, el bicentenario de su fallecimiento

El bicentenario de 2028 presenta una nueva oportunidad que obliga a pensar en grande y, además de montar exposiciones, que sea un gran pretexto para que Aragón y Zaragoza sean referencia evidente de Goya y resolver cuestiones pendientes. Desde luego es una ocasión para cambiar el nombre de la estación del AVE, como ha propuesto la vicealcaldesa Sara Fernández, petición a la que, en su momento, un todopoderoso y soberbio ministro de Fomento, Francisco Álvarez-Cascos, hizo caso omiso. Ya entonces se apostaba por Zaragoza-Francisco de Goya, sin más, y nombrar la de cercanías como Zaragoza-Gran Vía, para contextualizar que está en el centro.

Podría ser también la oportunidad para recuperar el palacio de Fuenclara, vecino de la desaparecida casa de los condes de Torres Secas, padres de Teresa Ballabriga, luego gran mecenas de Goya como esposa de Luis de Borbón, tal y como narra Domingo Buesa en su reciente novela ‘La noche que ardió Zaragoza’, en la que un joven Goya nos descubre los paisajes y las casas de la ciudad del XVIII en la que se hacía pintor. El viejo caserón, varado desde hace años, podría acoger un centro que recree la vida y obra de Goya y su época, la Ilustración, con sus cada vez más necesarios valores: educación, razón, progreso… con el arte de Goya como catalizador. Expertos habrá capaces de pensar contenido y forma adecuados.

Como siempre que se plantean proyectos, no faltan las disonancias. En este caso, para la propuesta municipal de convertir la Lonja en el espacio de referencia de Goya en Zaragoza. También las críticas hacen falta, pero más aún trabajar para que el proyecto sea tan relevante que haga necesario lo mejor y que, incluso, un nuevo uso para la Lonja fuera compatible con la presencia de los artistas aragoneses que culminan su trayectoria bajo sus columnas. Para otras exposiciones (las ha habido de relleno) Zaragoza dispone de buenos espacios.

Una década para trabajar para que Aragón y Zaragoza sean el sitio de Goya

El reto es que las instituciones trabajen con vocación de largo plazo, con consenso y continuidad, a favor de todos y en contra de nadie. Que cada institución o entidad saque brillo a lo que le corresponde, sin restarle en su papel, y el conjunto sea un fértil marco para los creadores de hoy. Que tras ocho años de trabajo, Zaragoza y Aragón sean percibidos por todos, de manera instintiva, como el sitio de Goya.

El presidente recordó en su discurso a nuestro genio como "prototipo de una comunidad que amó siempre la libertad y se soñó abierta al porvenir, a la novedad y al mundo". Ojalá lo emulemos así y no en su amargo "en acordarme de Zaragoza, me quemo vivo".

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