Por
  • Pedro Cía Gómez

Por qué debo vacunarme

Un año después de la aparición del coronavirus SARS-CoV-2, la ciencia ha logrado producir millones de vacunas que están llegando a la población.
'Por qué debo vacunarme'
Quique García / EFE

Iniciada ya la vacunación frente al coronavirus causante de la actual pandemia, no son pocos los que muestran desconfianza o clara actitud de negación ante este procedimiento, desde un 43% en octubre pasado a un 28% en diciembre, según el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas.

Hay que recordar, sin embargo, que la Organización Mundial de la Salud calcula en 2 ó 3 millones las vidas salvadas cada año por la vacunación frente a enfermedades como la difteria, el tétanos, la tos ferina, el sarampión y la gripe.

Las vacunas son el resultado de un minucioso trabajo de investigación desarrollado en todo el mundo durante años para protegernos, activando nuestro sistema inmune. La protección frente a virus se ha conseguido inyectando en nuestro organismo virus previamente inactivados o atenuados o genéticamente modificados o simplemente proteínas que imitan al virus causante de la enfermedad.

La vacunación contra la covid-19 es importante por la protección individual
y por la protección comunitaria

Actualmente y para protegernos frente al coronavirus se están aplicando vacunas que utilizan ARNm (ácido ribonucleico mensajero), el cual, tras su inyección, ordena a las células de nuestro organismo producir proteínas como las que el virus lleva en su superficie (conocidas como proteína ‘spike’). Las proteínas así producidas por nuestras propias células son inocuas, pero, al igual que las del virus, activan las células de nuestro sistema inmune y desencadenan la producción de anticuerpos, a la vez que dejan en ciertas células de dicho sistema inmune ‘memoria’ que permitirá responder a futuras invasiones del virus.

Tras la investigación en el laboratorio se emprende el estudio de la vacuna aplicada a personas, primero a unos pocos voluntarios sanos (fase I); después a centenares de personas de características semejantes a aquellas a las que se piensa vacunar (fase II) y finalmente el estudio se hace extensivo a miles de personas de distintas áreas geográficas (fase III).

Todos estos requisitos se han cumplimentado con las actuales vacunas, aunque a un ritmo mucho más rápido de lo que es habitual en esta clase de investigaciones. Con estos datos creo que las personas que dicen querer vacunarse solo cuando vean que el procedimiento funciona ya tienen en esos miles de personas estudiadas la referencia que piden para fiarse de la vacuna.

La vacuna beneficiará especialmente
a los más vulnerables 

Los resultados han sido favorables en cuanto a eficacia y en cuanto a seguridad. Efectos secundarios, como enrojecimiento de la zona de inyección, cefaleas, cansancio o dolores musculares han sido leves y pasajeros. Como declaraba el Dr. García de Rojas, presidente de la Asociación Española de Vacunología, el pasado 28 de diciembre, vale la pena vacunarse si se tiene en cuenta que llevamos 1.700.000 muertos en todo el mundo por la covid-19, frente a los escasos y leves efectos secundarios de la vacuna.

Otro motivo importante para la vacunación, más allá de la protección individual, es el de la protección comunitaria que ejercería la vacunación cuando esta llegue a un amplio sector de población (se habla del 70%). Tal protección beneficiaría especialmente a los más vulnerables y particularmente a aquellos que por diversos motivos no pueden vacunarse (por ejemplo, situaciones de inmunodeficiencia). La vacuna ofrece pues protección, pero es además una llamada a la solidaridad.

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