Gibraltar es, sobre todo, una base militar

Opinión
'Gibraltar es, sobre todo, una base militar'
Lola García

Esto no es propaganda antibritánica, sino una denuncia de la política británica: Gibraltar ensucia persistentemente el medio ambiente, ampara el contrabando (y no solo el de tabaco) con daño para la Hacienda española, fomenta un régimen de competencia muy cercano al de los ‘paraísos fiscales’ (entre los que figuró), invade con masas de hormigón aguas españolas, ocupa suelo ilegalmente y, por si alguien lo olvida (sobre todo, en España), es "un pueblo dentro de una base militar", razón de su existencia. La expresión es de Ángel Liberal, que fue marino militar, uno de los mejores expertos en el asunto, sobre el que escrito un libro.

Gibraltar no es, ni nunca fue, territorio nacional del Reino Unido. De ahí que, tras el abandono de la Unión Europea por Londres, carezca de otro estatus que el colonial. El principio de acuerdo que el Gobierno Sánchez dice haber logrado con Londres es expuesto por la ministra española en tales términos que el ‘ministro principal’ (especie de alcalde infatuado de la colonia) gibraltareño, Fabián Picardo, los niega rotunda y categóricamente.

La novedad es que España, cuando por vez primera desde 1704 está en condiciones de fuerza legal para plantear la soberanía territorial sobre una población caracterizada por el abuso permanente, –en términos que la ONU apoyaría y la UE se comprometió a respaldar– no jugará la baza principal.

La visión que se ha impuesto está invertida: no es España –el Campo de Gibraltar– quien necesita la generosidad colonial para sobrevivir. Los ‘llanitos se verían en la inania sin el concurso de la mano de obra española. La Moncloa no desea, ni es capaz de asumir esa realidad y una de las pruebas de ese abandonismo es comprobar cómo Sánchez anunció, hace ya dos años, un plan especial para potenciar la vida económica en la comarca del que nunca se ha vuelto a saber. Tanto ERTE como se ha diseñado y el Gobierno no puede ‘digerir’ a 9.000 compatriotas en un plan serio de empleo, digamos que quinquenal.

Un análisis más depurado y que tenga en cuenta factores políticos, militares y económicos lleva a esta conclusión: sería sensato encarecer todo lo posible el coste de la enorme base militar británica. Y el modo más serio es lograr el decaimiento de la economía de la colonia. Los militares británicos habrían de reclamar a Londres la financiación íntegra de la base (con amplia actividad subterránea y submarina). Es la situación que teme el gobierno de la colonia: Londres habría de aflojar la bolsa o restringir fuertemente la actividad militar. Los dineros allegados por los ‘llanitos’ con la ayuda de la mano de obra española son abundantes.

A las razones históricas y de decoro nacional hay que sumar las sanitarias: hay elusión de controles en vuelos del Reino Unido con destino al peligroso aeródromo militar de la colonia, que acaban depositando su pasaje en Málaga.

El Gobierno de España se está esforzando mucho para que el problema de la base militar colonial de Gibraltar parezca un simple caso de mejora del paro en Andalucía

Ni es UE ni es RU

Gibraltar ni es Reino Unido ni es Unión Europea. Aunque nuestra izquierda ‘pacifista’ no se dé por enterada, la gran base militar es la entidad básica del Peñón, de la que son rehenes 9.000 trabajadores españoles, a los que ni siquiera hay que buscar pernocta. Al servicio de este enfoque, dice Liberal, hay "un conjunto numeroso de políticos, periodistas, empresarios, sindicalistas y profesores españoles" que defienden la colonia "para justificar las atenciones recibidas".

Si el Gobierno español acepta que se trate a Gibraltar como parte asimilada a los firmantes del Tratado de Schengen, protagonizará una renuncia que sentará precedente. Pablo Iglesias ya ha hablado de "patrioterismo" a este propósito, pero el estatus gibraltareño es el de una localidad colonial del Reino Unido, sin sustancia política asimilable a la de un estado. Londres ha abandonado voluntariamente la Unión Europea y no puede reclamar para su dependencia colonial un trato que el propio país no puede recibir.

La acción de control exterior de fronteras ejercida por la Unión Europea con un tercero que carezca de legitimidad como sujeto político internacional debe estar en manos de España, único país miembro cuya frontera y soberanía se ven afectadas. Frontex, la autoridad europea para fronteras exteriores de los ‘países Schengen’ (veintidós de pleno derecho), se ha puesto en marcha con los primeros efectivos uniformados de la Unión. Hay más de un millar de especialistas y el programa prevé que existan diez mil en un lustro. La organización es germinal, pero operativa. España podría aportar la solvencia contrastada de sus efectivos especializados en fronteras y controles aduaneros (Policía Nacional y Guardia Civil) para asumir no ya el mando, sino la mayor carga operativa de esta encomienda, que incluye expresamente, además del despliegue de fuerza policial, la vigilancia de costas y la información sobre actividades delictivas.

El Tratado Estrada-Roosevelt (1903) creó la famosa y denostada base de Guantánamo en Cuba. Gibraltar es un vergonzoso Guantánamo europeo que los más demagogos reducen a un caso de 9.000 empleos. Hace falta desvergüenza.

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