Los Reyes Magos, hoy

Los Reyes Magos, hoy
Los Reyes Magos, hoy
KRISIS'21

El relato evangélico de la Adoración de los Magos (cf Mt 2,1-12) nos habla de "unos magos de Oriente", quizá astrónomos babilonios, muy pendientes de escudriñar los fenómenos naturales. En cualquier caso, se trata de personas íntimamente abiertas a la verdad y que no tienen empacho en reconocerla, una vez encontrada. Los Magos buscan la verdad, buscan de quién fiarse razonablemente. Y no desperdician, en esa tarea, ninguna pista, atentos a las señales del cosmos y de la historia. Una misma señal, una estrella, puede ser algo más que una estrella si uno no se conforma con verla, sino que intenta comprender su sentido. Para las personas creyentes todo en el universo habla de Dios si están atentos a su mensaje. Para ello es necesario abrirse al misterio, no obsesionarse en impedir que la razón haga espacio a la fe. Los Magos procedentes de Oriente buscaban el bien, buscaban a Dios. El mensaje cristiano está íntimamente asociado a la luz. Los Magos, siguiendo la estrella, fueron luz para el rey Herodes, que sin verla quedó iluminado por ella y salieron a la luz sus oscuras intenciones.

El año que se ha apagado es posiblemente el peor que haya vivido la humanidad desde 1945. Europa no es excepción, con dramáticos registros de fallecimientos y crisis económica. Dos estrellas nos han iluminado y marcado el camino. Una ha sido los logros de la ciencia, del esfuerzo intelectual y experimental que eleva, y salva, que antes de que acabe el 'annus horribilis', supo producir vacunas, un gran hito humano. La segunda estrella ha sido la conmovedora abnegación de médicos, enfermeras y demás personal sanitario, la humanidad en su mejor faceta. En este tiempo de oscuridad e incertidumbres aparecen luces de esperanza como la de las vacunas, pero para que estas luces lleven esperanza al mundo entero tienen que estar a disposición de todos.

Estos avances y logros científicos son una prueba del avance de la razón en el campo de la ciencia, pero en el terreno de las ideas el relativismo ha corroído los valores colectivos. En este momento que estamos viviendo de máxima incertidumbre sanitaria y económica, es evidente que un mundo descreído es terreno ideal para las nuevas fantasías. Es una antigua paradoja: siembra descreimiento y recogerás supersticiones.

Creo que los Magos de hoy pueden ser hombres o mujeres, que representen las que consideramos las tres dimensiones que constituyen el humanismo moderno: la dimensión política, la científica y la espiritual. Tienen en común la búsqueda de la verdad, de la justicia y del bien. A todo ser humano le compete la tarea de velar por una mejor política, por una ciencia que sea auténticamente tal, y por una búsqueda espiritual que no se avergüence de que Dios nos sorprenda. Frente a Herodes que simboliza el poder dominador y estrepitoso, los Reyes siguieron una estrella que les permitió reconocer lo que vieron. Y ante ella, ¿cómo nos comportamos hoy?; ¿cómo los Reyes, siendo capaces de ver y entender, o cómo Herodes?

La pandemia nos ha arrebatado vidas, planes y proyectos, y también nos ha producido desesperanza presente y miedo al futuro. La añoranza acecha con su guadaña. Hoy es más necesario que nunca que la buena política recupere la capacidad de crear esperanzas no utópicas. Que deje a un lado la lucha sin cuartel por el poder. Nuestra esperanza está reñida con la permanente confrontación que impide que sea posible lo necesario y urgente lo posible. Para recuperar nuestra confianza y evitar el descreimiento hemos de creer en el sentido y la verdad de sus compromisos y sus palabras.

Hoy termina uno de los rituales que marcan el ritmo de nuestra vida. Como bien es sabido, la Navidad ancestral conmemoraba el nacimiento de la luz; y la Navidad cristiana, el nacimiento de la esperanza para la humanidad. Según la narración de Mateo, días después de que haya nacido el niño que encarna la esperanza. Ahora bien ésta no excluye el mal, pues todos los menores de dos años son asesinados por un rey ambicioso. Tal vez el gran legado del nefasto 2020 haya sido recuperar la esperanza.  Porque este fue el año de la pandemia, pero también el año en que la ciencia, a través de vacunas logradas en un tiempo récord, empezó a derrotar a la pandemia.

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