2021
La forma como Stanley Kubrick imaginó su ‘2001: Odisea en el espacio’ o como George Orwell nos introdujo en ‘1984’ marcaron una anticipada y abrupta mirada que la cautela siempre prefirió dejar en el terreno del cine y la literatura. El viaje hacia el futuro emprendido por la fechas que marcan los títulos de estas dos grandes obras garantizaron el empleo de abiertas licencias que sirvieron para convertirlas en piezas de culto. Todo era posible porque el futuro no tenía que casar necesariamente con el presente y si así era -como en el caso de Orwell-, la distancia en el calendario actuaba como barrera de protección.
Descubrir el discurrir de la mal llamada gripe española en las crónicas publicadas en HERALDO en 1918 nos conecta con un pasado que nunca pensábamos volvería a convertirse en presente. El juego del pasado y las fechas enlazando con un futuro casi idéntico desborda la ficción en la que se mueven las artes para concedernos una ajustada dimensión de la actual crisis sanitaria. Una confusa convivencia de tiempos que mantienen como protagonista a la fragilidad del ser humano y a las muchas dificultades que nos impiden superar nuestras debilidades.
Ya sabemos lo que nos ha dejado 2020. Además de la enorme tristeza por la pérdida de demasiadas vidas humanas, este año ha desplegado la enorme simplificación de un mundo, que creíamos complejo, al focalizar nuestro esfuerzo diario en una prioritaria protección personal frente a un ser microscópico. Una enorme lección de humildad que aún nos cuesta aceptar y que debería servir para cuestionarnos la forma como abordaremos 2021. Hablamos de recuperación de la normalidad, incluso políticamente se ha acuñado el término ‘nueva normalidad’ como sinónimo de una etapa intermedia, pero seguimos sin ponernos de acuerdo sobre los imprescindibles cambios que deberán protegernos en el futuro. La covid-19 será algún día pasado y con el tiempo se convertirá en un recuerdo sobre el que toleraremos una cierta confusión, aunque 2021 se vestirá de fracaso si no extraemos y aplicamos las lecciones necesarias.
Con una oportuna frase nos recuerda estos días la Diputación de Zaragoza que no debemos olvidar que después de la peste surgió el Renacimiento. Las grandes pandemias han actuado sobre la historia introduciendo violentos cortes que han permitido el alumbramiento de nuevas etapas; intensas alteraciones producto de la inestabilidad que sirvieron para que la humanidad adoptase nuevos rumbos.
Daniel Defoe o Albert Camus escribieron de los efectos de la peste mucho antes de que la pandemia llegase a la puerta de nuestros hogares; de poco parece habernos servido. Hemos tenido que vivir en primera persona sus efectos para comprender la dimensión de la catástrofe. Aunque 2020 quede convertido en el año del confinamiento, 2021 no debería ser únicamente la extensión en positivo de un cambio producto de la llegada de los millonarios fondos europeos o de una vacuna que hoy comienza a inocularse en España.
Navegar sobre los próximos meses resultará sencillo para más de un gobernante. Confiados en las buenas noticias que llegarán cuando se alcance la inmunidad colectiva o cuando se descubran las playas repletas de turistas, pronto escucharemos hablar de grandes aciertos. Será entonces cuando deberemos decidir si eso nos parece suficiente.
Feliz 2021
miturbe@heraldo.es