Blas Infante y Joaquín Costa

La muerte de Joaquín Costa.
El fotógrafo zaragozano Luis Gandú Mercadal retrataba el traslado de los restos mortales de Joaquín Costa al cementerio de Torrero. 
Fondos fotográficos DPZ a través de Anteayer Fotográfico Zaragozano. Retoque fotográfico realizado por Fran Ríos.

En 1916 el Ateneo de Sevilla organizó una velada para recordar el quinto aniversario de la muerte de Joaquín Costa, y en ella Blas Infante pronunció una conferencia, ‘La obra de Costa’, que se publicaría en esa misma ciudad y en ese mismo 1916 –justo un año más tarde de que Infante editara su ‘Ideal andaluz’, la biblia del andalucismo político–, y es uno de los libros más raros de la bibliografía sobre el León de Graus. El libro de Blas Infante es una de las primeras aportaciones a la figura de Costa, junto a las de Ramiro de Maeztu (‘Debemos a Costa’), Antonio Puig Campillo (‘Joaquín Costa y sus doctrinas pedagógicas’) y Marcelino Gambón Plana (‘Biografía y Bibliografía de D. Joaquín Costa’), publicadas todas ellas en 1911, el mismo año de su muerte, la novela de José García Mercadal ‘Los cachorros del León’, de 1912, y el drama de José Fola Igurbide, ‘Joaquín Costa o el espíritu fuerte’, que se estrenó en el Teatro Circo de Zaragoza el 14 de diciembre de 1915 y editó Maucci en Barcelona; y fue un año anterior a la primera gran biografía de Joaquín Costa que publicó Luis Antón del Olmet en 1917. Infante, reconocido en el Estatuto de Autonomía de Andalucía como el ‘Padre de la Patria Andaluza’, era un gran admirador de Costa, pues en realidad fue siempre un regeneracionista andaluz, que buscaba regenerar Andalucía para contribuir así a la regeneración de España. A él se debe la creación y el diseño del actual escudo de Andalucía, que lleva una leyenda que reza: "Andalucía por sí, para España y la Humanidad". Hasta en el propio escudo de Andalucía sigue presente la pasión de Infante por Andalucía y por España.

Y esa pasión por España es, precisamente, lo primero que me llamó la atención al leer el libro sobre Costa de Blas Infante, porque, contrariamente a lo que algunos pudieran pensar de un ideólogo del andalucismo, de un nacionalista andaluz, éste se sentía profundamente español. En el proemio a su libro, Infante nos habla de que se siente "identificado con la salvación de España" y con "el triunfo de las doctrinas del maestro del Renacimiento político y social español" (que no es otro, para él, que Costa), de que hay que ocuparse "seriamente de la salvación y de la dignidad de la Patria, que es la propia dignidad", y que si el libro sirviera para tal fin "habría cumplido con su deber de español honrado y, además, el esfuerzo no habría sido por completo estéril". Lamenta que España no sienta gratitud "por el más excelso de sus hijos" (Costa, naturalmente), aunque asegura que España "está aún viva y, por tanto, Costa no está muerto", y que la juventud que viene, "honrada y trabajadora", reedificará, "en el viejo solar ibérico, un palacio digno de su colosal grandeza". Como se ve, la retórica patriótica de Infante era también colosal.

El reconocido como ‘padre de la patria andaluza’ era un gran admirador
del aragonés, pues fue siempre un regeneracionista

En su libro, Infante analiza el Costa erudito (Costa no utilizó su erudición, nos dice, para investigar pequeños detalles sin importancia, sino que la dirigió al estudio de temas de gran trascendencia nacional, "a fines de utilidad social o científica"), el Costa pedagogo, el Costa historiador (el de los ‘Estudios ibéricos’, por ejemplo), el Costa jurista ("amaba la Ley por el Derecho, el Derecho por la Libertad; y por amor a la Libertad, amaba el estudio del Derecho y de la Ley"), proclamando que las instituciones civiles de Aragón eran "las más generosas y libres de las naciones españolas", el Costa legislador, el sociólogo, el agrónomo (aseguraba que su labor en agronomía fue "admirable"), el político y el Costa patriota, que buscaba la reorganización administrativa y la regeneración de la Justicia o que defendía la libertad de comercio frente al proteccionismo. Terminaba Infante pidiendo que se decretara "la inmortalidad de Costa, rebelándonos como el pueblo de Zaragoza contra su muerte… para que su espíritu viva en nosotros".

Buscaba regenerar
Andalucía para contribuir así a la regeneración de España

Blas Infante, tan costista, tan profundamente español, burgués ilustrado y andalucista, que ejerció de notario en Isla Cristina y Coria del Río, fue detenido en su casa unos días después de la sublevación militar del 18 de julio de 1936. Había presidido la Junta Liberalista de Andalucía y se había presentado sin éxito a las elecciones por Izquierda Republicana Andaluza, una coalición formada por el Partido Republicano Radical Socialista e Izquierda Radical Socialista (el partido de Eduardo Ortega y Gasset y Juan Botella Asensi), así que con esos antecedentes tenía los días contados. El 11 de agosto fue fusilado, sin juicio ni sentencia, en la carretera de Sevilla a Carmona. El más significado costista andaluz se convertía en leyenda.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión