Por
  • Ángel Gracia

Serrano Larraz

Miguel Serrano Larraz, en Iowa City, donde está terminando una novela que puede salir en octubre.
Miguel Serrano Larraz.
HA

Miguel Serrano Larraz (Zaragoza, 1977) firma sus libros con los dos apellidos para incluir a su padre y a su madre, pero sospecho que también para obligarnos a pronunciar esas erres rotundas, mientras nos observa con mirada indescifrable. Se dio a conocer como poeta con ‘Me aburro’ (2006), ya inencontrable, y ‘La sección rítmica’ (2007), accésit en el legendario premio de la Delegación del Gobierno. Ahí celebró su pasión por el jazz y la influencia de este en su literatura, obsesivamente elaborada y basada en la armonía de un estilo inconfundible. Basta leer apenas unos trazos de su pluma para reconocerlo.

Después de concluir el Máster de Escritura Creativa en la Universidad de Iowa, Miguel regresa con tres libros importantes. La Diputación de Zaragoza publicará pronto ‘El testaferro’, premio Santa Isabel de Portugal, un poemario provocador que juega con el transformismo de voces y tonos. Prensas Universitarias prepara ‘Si no eres, lo menos que podrías hacer es decirlo’, una antología de sus inquietantes y magistrales relatos. Además, Candaya, editorial a la que se mantiene admirablemente leal, publica ‘Cuántas cosas hemos visto desaparecer’, una novela ambiciosa que huye de la convención y tritura unos cuantos géneros literarios. Miguel profundiza una vez más en la extrañeza de las relaciones humanas. Es nuestro investigador personal de los misterios del tiempo y sus pasadizos secretos. Nos enfrenta a ese fantasma infatigable que nos persigue hasta la extenuación: la conciencia de la muerte.

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