¿Un parque natural en los Monegros?
Muchas voces piden la creación de un gran parque natural en los Monegros para proteger y poner en valor estos parajes esteparios aragoneses, únicos en Europa por la flora, fauna y gea que contienen. Aragón es tierra de contrastes: pocos lugares ofrecen desde glaciares de alta montaña a estepas subdesérticas en menos de cien kilómetros. Esta diversidad natural nos compromete tanto a su conservación como a mejorar las oportunidades de los habitantes de los pueblos de nuestra geografía. Por eso, muchas de las voces que claman por proteger Monegros también piden culminar el regadío y asegurar el desarrollo económico de los monegrinos, pues es inaplazable hacer compatibles ambos retos.
Hace dos años celebramos el centenario de la creación de los dos primeros parques nacionales, Valle de Ordesa y Montaña de Covadonga. La corriente conservacionista que los auspició participaba del mismo sentir regeneracionista que impulsó los riegos del Alto Aragón. Hoy, como entonces, estamos obligados a buscar el equilibrio entre desarrollo y conservación si queremos dejar en herencia un Aragón cuidado y habitable. En España hay quince parques nacionales, declarados por las Cortes Generales, a los que se suman ciento treinta y dos parques naturales, declarados por las comunidades autónomas. Así, casi el 7% del territorio nacional está protegido por alguna de estas figuras. Nuestros parques, como los de los países de nuestro entorno, a más de ser instrumento de conservación, están abiertos a la visita de los ciudadanos para que los disfruten y entiendan la necesidad de conservar la naturaleza, la poca que aún no hemos destruido del todo.
la singularidad de un entorno ambiental que contiene elementos únicos
Pero, ¿qué es un parque natural y qué lo diferencia de otro nacional? No hay diferencias en cuanto al objetivo de conservar los valores naturales. Sucede que los declarados como nacional reciben financiación estatal, mientras que los parques naturales se financian a costa de la comunidad autónoma que los aprueba. Cada parque, nacional o natural, se declara por una ley propia que establece las acciones y restricciones necesarias para conservar sus valores naturales. Como cada parque es singular, su ley determinará la mejor forma de llevarlo a cabo. El título de nacional no implica mayor protección, acaso puede concederles más prestigio porque son menos y quizá más singulares, pero el prestigio puede generar avalanchas no deseables de visitantes.
Un parque natural en Monegros tendría como objetivo proteger una representación de las estepas áridas del valle del Ebro, respetando los grados de humanización que el cultivo y el pastoreo han inducido a lo largo de siglos. Es decir, conservarlo tal como nos lo legaron nuestros ancestros. Solo en casos muy puntuales sería precisa alguna medida más rigurosa, como crear alguna reserva biológica, cuando se precise extremar la protección de algún elemento muy raro o amenazado,
En la mayor parte del parque las restricciones se reducirían al buen uso de los productos químicos en los cultivos, a la intensidad del pastoreo extensivo, a la adecuación de la caza a las necesidades de la fauna no cinegética y al fomento de la cinegética, así como a mantener los elementos del paisaje agrario, como ribazos, saladas, barrancas, sabinares, casetas, parideras, etc. También al control del tránsito de vehículos ajenos a las actividades agrarias. Nada diferente a como han venido utilizando estos espacios sus habitantes, durante siglos de convivencia con los demás seres vivos.
Un parque crea empleo, ya sea en vigilancia y trabajos de conservación o en la acogida de visitantes en centros de interpretación, recorridos guiados y hostelería. Además, un parque es símbolo de calidad de todo aquello que en él se produzca: imaginemos llegar al consumidor con la etiqueta ‘Producido en el Parque Natural de los Monegros’.
La creación de un Parque aviva el debate sobre si las cargas serán mayores que los beneficios. Para evitar malentendidos se deberá informar con claridad sobre estos aspectos. No basta con plazos de información pública, se requiere mayor esfuerzo de diálogo directo con los habitantes del área implicada, pues solo con su apoyo mayoritario se puede garantizar el éxito de la conservación.