Ave, Maradona

Argentina, de luto por Maradona
'Ave, Maradona'
Agencias

A estas alturas habrán leído todo obituario posible de cualquier futbolero que se precie. Ha muerto el icono de varias generaciones que soñaban con atributos divinos encarnados en cuerpo mortal, las aspiraciones de tantos niños que aún se la juegan en el barro de América Latina. Lo que yo pueda ofrecerles no va más allá de una humilde lectura de símbolos, que son, al fin y al cabo, los que sobreviven al paso del tiempo. También a mí se me pone la piel de gallina, aunque no recordando sus triunfos sobre el pasto azteca, sino pensando en los sueldos astronómicos de muchos futbolistas, en el dinero que mueve el balompié. Pero concedamos al mítico deportista el derecho a perder la cabeza; la dificultad de gestionar emocionalmente la posibilidad de tocar el cielo después de haber nacido allí donde los sueños y la esperanza brillan por su ausencia; o a tomar sustancias psicotrópicas para asimilar la caída estrepitosa de lo sublime a ridículo. No lo comparto, pero, en frío, puedo llegar a entenderlo. Como a los emperadores romanos, que ofrecían pan y circo para entretener al pueblo, se le perdonan las ofensas a cambio de un segundo de éxtasis, de enajenamiento casi global. Prueba la forja del mito ese fervor que sigue levantando después de muerto: defensores a ultranza y enemigos acérrimos. Cómo no conmoverse ante el llanto de millones de personas; las pasiones compartidas, vengan de donde vengan, me producen curiosidad y respeto. Del difunto quedará en mi paladar una canción de Calamaro y otra de un grupo cuyo nombre no recordaba: Los Piojos. Vale.

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