Jorge Azcón ha anunciado un plan de 11 millones de euros para reformar la avenida de Navarra y otras seis vías dentro de una ‘operación calles’ «sin precedentes en la ciudad». El alcalde ha aprovechado el discurso en su primer debate del estado de la ciudad para presentar un «nuevo impulso a la renovación y mejora de nuestra escena

urbana» que, aunque es necesario después de una etapa sin grandes inversiones, debe apoyarse en una amplia redefinición del modelo de ciudad que Zaragoza reclama para la etapa postcovid.

Con una encomiable capacidad de adaptación al cambio de circunstancias traído por la pandemia, Azcón ha guardado en el cajón algunos proyectos que anunció al comienzo de su mandato, como el de producción de energía limpia. Marcando distancias acertadamente respecto a la etapa de ZEC, reforzando lazos con sus aliados (Ciudadanos y Vox) e insistiendo en la colaboración público-privada, el alcalde ha redefinido las prioridades para centrarse en hacer frente a las consecuencias sociales y económicas de la covid-19. Es lógico que así lo haga porque que se trata de una crisis profunda de la que se podrá salir de forma rápida y positiva si se actúa con determinación y claridad de objetivos, además de financiación suficiente.

Jorge Azcón ha ganado proyección nacional al haberse convertido en líder de facto de la rebelión de alcaldes (de distinto signo político) contra los desafortunados planes de Hacienda para financiar a los municipios de cara a abordar las consecuencias del coronavirus. El contencioso está ahora en vía muerta, pero el edil zaragozano sigue buscando referenciarse como una de las figuras periféricas del PP. Muy útil para ese legítimo empeño y, lo que es más importante, para Zaragoza sería que concrete un nuevo modelo de ciudad que, atendiendo a las necesidades y aspiraciones de los ciudadanos, potencie la calidad de vida y los atractivos de la capital aragonesa.