Adjunto a la Dirección de HERALDO DE ARAGÓN

¿Qué es hoy un líder?

Opinión
'¿Qué es hoy un líder?'
Krisis'20

Qué es un líder? ¿Necesitamos uno? ¿Cuál? ¿Alguien que nos lleve a donde queremos ir? O, ¿alguien que nos convenza de que vayamos a donde no queremos ir? O, ¿quien nos lleve a donde no sabemos que queremos o debemos ir?

El concepto de liderazgo es tan poliédrico que ha generado un sinfín de aproximaciones. Maquiavelo propuso que el príncipe supiera encontrar un buen ajuste entre la fuerza del león y la astucia del zorro, aunque ahora parece requerir la capacidad de adaptación del camaleón. Max Weber habló del liderazgo carismático (Hitler tenía carisma, pero fue un genocida) y Harold Lasswell sobre la relación entre la inseguridad personal y la agresividad militar de los dictadores.

El caso es que, frente a la justificación divina o mágica de los jefes en las sociedades premodernas, las democracias se asientan en una justificación legal-racional del gobernante. Y esta justificación exige que un líder democrático sea alguien que se limite a llevar a cabo las preferencias de aquellos que le han elegido de acuerdo con un programa. Por tanto, en una democracia, la tarea de un líder se limita a gobernar con transparencia de acuerdo con los deseos de la mayoría.

Desde hace años se viene escuchando constantemente que "nuestros líderes
políticos no están a la altura"

Sin embargo, en tiempos de crisis, como los que genera una pandemia, los individuos vuelven sus ojos al Estado y el gobernante de turno puede ser también un líder. Y ahí es donde por encima de una pléyade de dirigentes mediocres (desde Trump y Putin a Boris Johnson y Pedro Sánchez, pasando por otros muchos) sobresale la figura de Jacinda Ardern. La recién reelegida, con mayoría absoluta, como primera ministra de Nueva Zelanda es ya un referente mundial. Acaba de conseguir que su país doblegue la expansión del coronavirus por segunda vez. En abril, tras analizar su gestión de la pandemia, la revista estadounidense ‘The Atlantic’ la eligió como candidata a convertirse en la líder más eficaz del planeta. Y ‘Fortune’ la encumbró el año pasado como la segunda mejor líder mundial.

¿Qué hace de Jacinda Ardern una buena líder? No es por su experiencia (40 años) ni por su currículo. La clave es la empatía, su gran capacidad para conectar con los ciudadanos, para entender el dolor ajeno. Hace unos meses, mientras los neozelandeses veían cómo la economía entraba en recesión, ella anunció un recorte del 20% de su sueldo y el de los ministros y demás cargos públicos. Por su honestidad y autenticidad está consiguiendo que sus conciudadanos se identifiquen con ella y con los valores que proyecta. Aprecian su sentido de la ejemplaridad y su eficacia para manejar los episodios de crisis, sean terroristas o laborales. Ante el avance del coronavirus, por ejemplo, decidió cerrar el país mucho antes que la mayoría con unos datos de contagios muy reducidos. "Dale duro y dale pronto" es el lema que escogió.

En pleno siglo XXI, los liderazgos ya no son los del ‘ordeno y mando’ sino los de la inteligencia emocional y, sobre todo, los de los ideales claros. La ciudadanía reclama políticos creíbles y, aunque se equivoquen, comprometidos con la sociedad. Jacinda Ardern consigue el apoyo de sus conciudadanos porque no tiene apuros en mostrar sus flaquezas, tanto en el ámbito personal como en el político. En un mensaje informal a través de las redes sociales, arrancó de forma espontánea: "Saludos a todos. Estoy delante de una pared vacía porque es el único sitio de mi casa que no está desordenado".

Las democracias liberales no necesitan líderes fuertes ni carismáticos, no los quieren ni gesticulantes ni omnipresentes. Hoy más que nunca, liderar significa ser la persona de quien uno se puede fiar, esa a la que se mira cuando surge una duda o un contratiempo. Se equivoca a veces, pero los demás creen en su intuición, en su inteligencia y en su integridad ética.

Aún más ahora con la pandemia.
La cuestión es con qué escala los medimos

Necesitamos, pues, líderes empáticos y honestos. Pero aún más valioso es contar con ciudadanos comprometidos. "No sé por qué la gente está tan obsesionada con el tema de los líderes (‘leadership’). Sobre lo que realmente necesitamos pensar es sobre los seguidores (‘followship’)", dijo Peter Drucker, considerado como el padre de la teoría de la gestión corporativa moderna. Los ‘seguidores’ pasivos de otro tiempo deben comportarse hoy como ciudadanos tan críticos como corresponsables en la acción pública.

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