Experiencias exclusivas... y deficitarias

Jean Toussaint abre hoy el Festival de Jazz de Zaragoza ante un máximo de 150 personas.
Jean Toussaint abre hoy el Festival de Jazz de Zaragoza ante un máximo de 150 personas.
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Los que siguen pendientes de la agenda cultural, de lo poquito que en ella resiste tras tantos meses de pandemia, saben que la oferta es muy principalmente local, que la pueblan los artistas aragoneses que intentan mantener la actividad, el ánimo y el contacto con el público aunque sea recibiendo a cambio un exiguo retorno económico, como aquellos bares que ahora prefieren servir unos cafés para llevar antes que bajar la persiana definitivamente.

Con suerte, se habrá disfrutado en los últimos tiempos de alguna visita escénica de postín, pero en formato de monólogo, como las de José Sacristán al Principal o de Nuria Espert a Zuera, o de solistas y agrupaciones de pocos componentes al Auditorio. Y los más afortunados hasta tendrán el lujo de poder ir a los conciertos, incluyendo formaciones internacionales (esta tarde, el cuarteto de Jean Toussaint), que desde hoy ofrece el Festival de Jazz de Zaragoza. Son para aforos muy limitados, de 150 personas: una experiencia tan ‘exclusiva’ como forzosamente deficitaria para el promotor; de no contar con el apoyo municipal, no hubiera salido adelante, poniendo un fin abrupto a un festival con 37 años de historia.

Gran parte de las actividades culturales no se mantienen solas, más estos días, pero también en condiciones ordinarias. La necesidad de un soporte público es algo superado en el entorno europeo, pero que aquí sigue en cansina discusión, popular y entre los políticos, con el argumento de que la prioridad es atender a lo esencial. Como si la cultura no lo fuera.

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