El Gobierno de Aragón ha aprobado el proyecto de Presupuestos con la cifra de gasto más elevada en la historia de la Comunidad: 7.554 millones de euros. Como es lógico en la actual coyuntura, tienen un claro carácter social y se orientan esencialmente a hacer frente a la pandemia y a sus consecuencias. Este incremento del gasto social se antoja viable debido a la relativa abundancia de los recursos financieros llegados de Europa, pero hay que evitar un incremento desproporcionado de la deuda autonómica, que ya es muy elevada. El control de los programas beneficiarios de unos fondos extraordinarios debe ser exhaustivo para que no se dilapide ni un céntimo y propicie el paulatino retorno a la contención del déficit tras la necesaria expansión.

La composición cuatripartita del Ejecutivo autonómico les da a estas cuentas el apoyo suficiente para ser aprobadas en las Cortes. No obstante, la tramitación parlamentaria debe ser aprovechada para mejorarlas, porque falta concreción de dónde y cómo se va a gastar, de dónde se va ahorrar y de cómo se va a generar crecimiento para todos. Este es un momento para implementar iniciativas que creen riqueza y, de forma paralela, de ser austeros donde sea posible, por ejemplo en la contención del gasto corriente.

La prioridad es la labor sanitaria contra la covid-19. A partir de ahí, los Presupuestos deben servir para recuperar el nivel y el ritmo de crecimiento previo a la pandemia. El incremento de recursos llegados de Bruselas y Madrid es también una gran oportunidad para modernizar nuestro modelo productivo. Si no se utiliza para reforzar la competitividad de la economía aragonesa, la Comunidad no logrará avanzar por la senda de las cuentas públicas (y privadas) saneadas a largo plazo, sino que quedará paralizada por la precariedad que supone una deuda ineludiblemente hipertrofiada.