El periodista Carlos Alsina ironizaba hace unos días sobre el fenómeno por el cual los españoles nos convertimos, cada cuatro años, en expertos en el sistema electoral de Estados Unidos. Cualquiera habla con soltura de un condado perdido de Ohio, y Kentucky y Georgia afloran como si habláramos de las Cinco Villas o del Bajo Cinca.

Las elecciones de Estados Unidos despiertan la misma fascinación que las películas del Oeste o los musicales de Broadway. Pero también está el detalle de que lo que pasa en la Casa Blanca afecta a todo el mundo, en el sentido más estricto y global. A los exportadores aragoneses, en concreto, les incumbe si el presidente es partidario de imponer aranceles más o menos severos. En 2019, Aragón exportó por valor de 321 millones de euros a Estados Unidos, e importó por 138 millones. Hasta agosto de este año, el montante de los productos enviados al otro lado del Atlántico asciende a 157 millones de euros, y lo llegado desde allí a 84 millones, según la Cámara de Comercio. Aragón es exportador de aceite, vino y jamón, lo cual es una muy buena carta de presentación. Pero el esfuerzo realizado por las denominaciones de origen se ha visto lastrado por la política proteccionista de Trump. Por eso, la reacción de los responsables de las D. O. aragonesas ante la victoria de Biden oscila entre el alivio y la cautela. Algunos creen que el nuevo presidente puede rebajar ese peaje. Otros, que solo la presión de la Unión Europea podrá lograr un cambio. Al final, tiene mucha lógica que nos pasemos el día hablando de Kentucky y de Ohio.