Por
  • José María Gimeno Feliu

Estrategia pública y vacuna

Laboratorio de Astrazeneca.
Laboratorio de Astrazeneca.
EFE

Las vacunas, junto con la potabilización del agua, han sido la mejor herramienta de salud pública para disminuir drásticamente la morbilidad y mortalidad entre la población. Y su ausencia, como la cruda realidad nos demuestra, causa de importantes distorsiones económicas y de la calidad de los derechos sociales. Así, en plena segunda ola de la pandemia, la mirada a la solución frente al virus se encuentra en la vacuna y su efectividad. En ese fin colectivo existen ya muchas iniciativas (estando en fase muy avanzada y optimista al menos siete) que ponen de relieve no solo la capacidad y talento de los científicos, sino también la importancia de un sector empresarial innovador, fuerte y comprometido, como el ligado a los servicios de salud y a los medicamentos, que están siendo ejemplo de lo que es una colaboración público-privada comprometida y responsable.

Pero conseguir la vacuna con garantías no es suficiente. El gran reto es saber llegar cuanto antes y al mayor número posible de personas con su dispensación. Para ello la Comisión Europea ha liderado un procedimiento de adquisición temprana de vacunas negociando con carácter previo con las distintas compañías farmacéuticas con trabajos más avanzados un volumen de dosis, con sus plazos y precios (anticipando financiación para facilitar que se consigan los objetivos) facilitando a los Estados miembros adherirse (como ha hecho España) a dichos acuerdos, lo que posibilitará su compra directa, ya en las dosis y condiciones fijadas, a esas compañías. La simplificación administrativa que supone esta técnica de cooperación europea es, sin duda, de primer nivel, garantizando la no existencia de competencia entre Estados para adquirir más dosis de vacunas frente a otros, evitando alguna de las malas prácticas en adquisiciones sanitarias producidas al inicio de la pandemia.

Con ser esto importante, el gran reto es cuál y cómo se va a implementar la estrategia de la gestión de la vacunación contra el virus de la covid-19 en España, en un modelo de vacunación descentralizado (aunque coordinada) con las comunidades autónomas. El proceso de dotar de inmunización a millones de individuos en un corto periodo de tiempo y bajo una amenaza global común es el mayor desafío al que la salud pública de este país se ha enfrentado nunca, donde existe además necesidad de convencer, desde la mejor información, a la sociedad de las ventajas que esto comporta. Para ello, el principal objetivo debe ser garantizar la máxima seguridad del proceso de vacunación: puede resultar conveniente el impulso público de una plataforma transversal de gestión de las vacunas que permita la interconexión de los distintos sistemas de información de vacunaciones de las comunidades autónomas que facilite la trazabilidad de los vacunados, respetando estrictamente la confidencialidad de la información, así como la trazabilidad de las distintas vacunas que se dispensen a la ciudadanos y de los múltiples puntos de vacunación que será necesario disponer para alcanzar, en el menor tiempo posible, la población que lo necesite, con las prioridades que fije el Gobierno. La implantación de esta plataforma y su gestión aconsejan la utilización de las nuevas tecnologías digitales que faciliten la interoperabilidad entre organizaciones autónomas no jerarquizadas. A tal efecto, la utilización de tecnologías de registro distribuido (como la ‘block-chain’) garantiza esta interconexión, dotándola de mayor seguridad, y a la vez asegura la confidencialidad de los datos clínicos de los pacientes, que permanecerán protegidos en los sistemas de información de cada comunidad autónoma.

La complejidad de la vacunación frente a la covid derivada de su necesaria extensión al máximo de población (con una gradualidad realizable) y del seguimiento y control de sus efectos, así como la necesidad de asegurar la transversalidad de la solución, aconsejan ya el diseño de una estrategia pública de gestión como la descrita, que sume capacidades y talento, público y privado, para, desde una extensa inmunización, proteger nuestro modelo sanitario, relanzar la economía y recuperar expectativas y derechos en riesgo por la pandemia. Una estrategia de presente, pero también de futuro, donde la provisión de salud, y en especial en la sanidad pública, se visione como inversión y no como gasto, y donde se avance hacia nuevos modelos de soluciones (y no de productos, como sucede ahora con los sistemas de adquisición de vacunas) que atiendan al nivel óptimo de la calidad asistencial y al valor que aportan al ciudadano y al sistema. En dar la mejor y más eficaz respuesta a este reto se encuentra la verdadera esencia de la política proactiva que nos demanda la ciudadanía.

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