Reputación y buen hacer

RECURSOS ZARAGOZA. PARANINFO / 26-10-2017 / FOTO: GUILLERMO MESTRE [[[FOTOGRAFOS]]] [[[HA ARCHIVO]]]
La Universidad de Zaragoza tiene la oportunidad de cambiar.
Guillermo Mestre

El mundo exige cambios. En la crisis de 2008 se dijo que había que refundar el capitalismo. La respuesta fue la ortodoxia más estricta y el resultado el austericidio. Ahora se ha propuesto lo contrario, aplicar herramientas keynesianas para estimular la economía. No soy economista y no voy a entrar a discutirlas, pero en poco más de diez años las medidas adoptadas son completamente contrarias. No sé si esta crisis tendrá forma de ‘V’ o de otra letra del abecedario. Lo que percibo es que el descrédito de los que toman las decisiones más trascendentes a nivel mundial es absoluto. Los ciudadanos no somos expertos y las decisiones políticas no pueden tomarse en asambleas, pero los vaivenes actuales dicen muy poco a favor de los gobernantes. Cuando las decisiones son contradictorias y no producen soluciones adecuadas, la reputación de los expertos decae irreversiblemente. 

La universidad española está compuesta por muchas unidades prácticamente independientes, pero con muchos denominadores comunes. Y una de esas organizaciones, y no precisamente pequeña, es la Universidad de Zaragoza.

Desde hace tiempo, los universitarios no gozamos de una gran reputación. Se critica nuestra endogamia. Nos tildan de inmovilistas. Se afirma que la formación que impartimos es poco práctica. Nuestra investigación se entiende poco o nada y, lo que es peor, no se refleja en la innovación imprescindible para el cambio de modelo económico, aunque casi nadie sabe qué es eso realmente. Todo esto puede ser cierto en mayor o menor medida, aunque, como dice el refrán, cuando el río suena… Lo que debemos aceptar es que nuestra reputación no pasa por el mejor momento y eso es algo que debemos cambiar de forma inmediata. 

Muchos estudiosos sociales y económicos proponen que hay que entender qué es realmente una buena reputación. Lo primero que hay que comprender es que no es algo que uno se concede a sí mismo. La reputación es algo que los demás otorgan a una organización, por lo que el primer paso es mirar y escuchar a los otros, comprender sus necesidades y corregir las políticas si organización y sociedad no están alineados, aceptando que es el entorno el que tiene la última palabra. El mesianismo suele convertirse en autocomplacencia. Sin contraste es muy fácil justificarse y afirmar sin rubor que los demás no tienen ni conocimiento ni capacidad para saber realmente lo que les conviene. Otro aspecto fundamental que se señala para lograr un buen nombre es evitar lo que he comentado al principio. Si las medidas de cada momento para situaciones similares oscilan de un lado a otro como un péndulo, es imposible que se alcancen metas a largo plazo. Todo se convierte en cortoplacismo y, peor si cabe, seguidismo de lo que hacen otros. Nunca una organización puede responder al porqué de una medida diciendo, o dejando entrever, que porque la han hecho otros.

En nuestra universidad tenemos la posibilidad de cambiar el rumbo. Un cambio que tenga como metas la planificación a largo plazo, el reconocimiento de los méritos reales de todos sus integrantes y no solo de unos pocos, entender que servir al entorno es la máxima prioridad, que el conocimiento generado que no se transfiere a la sociedad es como semilla que cae en campo yermo, que el mundo en su conjunto debe adoptar nuevos objetivos y es obligación de todos su consecución, que no solo enseñamos conocimiento en nuestras aulas sino también valores y que necesitamos un permanente cotejo de nuestra actividad realizado por todos los que de una u otra forma se relacionan o se han relacionado con nosotros, y no exclusivamente el procedente de una élite intelectual cuyos intereses son legítimos pero muy particulares. 

Las organizaciones que desdeñan la reputación como un fin se deslegitiman a sí mismas ante sus grupos de interés, que en el caso de la universidad pública no son otros que los ciudadanos.

Ana Isabel Elduque es catedrática de Química Inorgánica de la Universidad de Zaragoza

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