Casetas, Utebo, la ONU

LA VIDA EN BARRIO: CASETAS. CORONAVIRUS / 08-04-2020 / FOTO: LAURA URANGA [[[FOTOGRAFOS]]] [[[HA ARCHIVO]]]
Casetas
Laura Uranga

La pandemia ha traído cosas de ciencia ficción, como que HERALDO planteara si los de Casetas podemos ir a tomar café a Utebo tras el confinamiento perimetral de la capital y los barrios rurales. Y no era tanto por resolver las dudas (que bien está) como por aclarar que en todo caso serán los de Utebo los que tengan ganas de venir a tomar un café a Casetas. Y es que el cerrojazo al barrio ha plasmado fotografías curiosas si se tiene en cuenta la histórica (y sana) rivalidad que caseteros y uteberos hemos tenido toda la vida. Por eso cuando vi la foto de unos policías apostados en el límite entre los dos territorios, me dije: «Por fin nos han puesto un cordón sanitario con los de Utebo». Y me eché unas risas yo solo, sin riesgo de contagio. Un chiste profiláctico sobre una frontera mental que derribaríamos con gusto.

Como bien contaba Beatriz Alquézar en un nutrido reportaje en este periódico explicando lo que suponía la división de estas dos ‘naciones’, realmente no se fractura tanto un límite administrativo como uno de convivencia. Habría que preguntar a los de Malpica (barrio de Utebo a modo de una pequeña extensión de casas y comercios unido a Casetas) si son más de Utebo o caseteros, o un híbrido estilo Robocop con la más alta tecnología que se ha alcanzado en la margen oeste de Zaragoza. Malpica es como la ONU o directamente Polonia en la II Guerra Mundial: han caído en medio de dos superpotencias y mantienen una posición determinante en mitad de un conflicto que tiene mucho de cariño y poco de barbarie. Yo iba allí en mis años mozos a las clases de refuerzo de Matemáticas, Física y Química; y también abrieron el primer videoclub con un ordenador para conectarte a internet por horas; así que cruzábamos la alambrada sin problema. Y lo mismo ocurre cuando los uteberos de Malpica (y el resto), arrastrados por el buen gusto, deciden cruzar a Casetas a tomar café, a comer o a disfrutar de las fiestas.

Al final, todos vemos la misma aridez rugosa del Castellar y nos cala la niebla que magnetiza el Ebro, que aún debe recorrer algunos kilómetros para llegar a la capital, donde Casetas, Malpica, Utebo llegan con la dirección del cierzo, a helarnos de este duro invierno que nos queda y, ojalá, a refrescar un verano vacunado y sin miedo.

@juanmaefe

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