Por
  • Esteban Villarrocha Ardisa

Reconstruir el sector cultural

Reapertura de la sala Mozart del Auditorio de Zaragoza con un concierto recuerdo a las víctimas de la covid-19
Reapertura de la sala Mozart del Auditorio de Zaragoza
Guillermo Mestre

Tras el ‘shock’ inicial por el cierre de la actividad cultural, se hace necesario analizar la situación del sector económico de la cultura, tras seis meses de incertidumbres y desasosiego. Para tratar de hacer este análisis, tenemos que abandonar el discurso de las lamentaciones, legítimo pero infructuoso, e intentar comprender lo que ha pasado para actuar en consecuencia. Quisiera plantear a las administraciones y a los representantes del sector una serie de temas para su debate, con la sana intención de confeccionar un diagnóstico que nos sirva para iniciar la reconstrucción del sector tras la pandemia.

En lo social: La cultura puede y debe ayudar a reconstituir el vínculo social y los sentimientos comunitarios dañados tras la pandemia y el confinamiento. ¿Qué es la cultura sino prácticas colectivas, valores compartidos y experiencias sociales positivas?

En lo económico: Es el problema del que todo el sector habla, porque condiciona su propia existencia. Necesitamos urgentemente estudios y propuestas. Debemos, rápidamente, combinar salud y economía, de otra forma la cultura se queda incapacitada. Debemos hablar de la inyección extraordinaria de dinero que, como en el conjunto de la economía, se necesita para superar la debacle en la que nos encontramos. Es imprescindible y urgente. Si no queremos ver desaparecer el sector privado de la cultura, tenemos que afrontar este tema.

En lo laboral: El sector de la cultura tiene una realidad laboral diferenciada, está compuesto mayoritariamente de autónomos y pequeñas empresas. Veamos datos de 2018: El 30% del empleo cultural es autoempleo (autónomos), frente al 16% del global. De las empresas culturales, el 65% no tiene asalariados y el 28% son microempresas de 1 a 5 trabajadores. El resto, tan solo un 7%, son empresas de seis o más trabajadores. Es importante tener en cuenta estos datos, sobre todo a la hora de plantear ayudas al tejido productivo y laboral de la cultura. Hay que plantear medidas claras y contundentes para autónomos y microempresas.

En lo tecnológico: No es un tema nuevo para el sector, pero la crisis ha acelerado los cambios y muchos de ellos tienen que ver con la irrupción de la tecnología digital. Hay que estar atentos a cómo nuestras prácticas culturales pueden salir aún más cambiadas tras la actual crisis. Otros modelos y otros soportes se aceleran.

En lo sectorial: Las dinámicas de consumo cultural de los ciudadanos en los últimos años han cambiado, por lo que quizá se requiera otro enfoque diferente al que ahora prima. Los hábitos culturales están cambiando y la pandemia lo favorece. En este sentido, el consumidor hoy está haciendo sus elecciones.

En lo estratégico: Desde el punto de vista más profesional, convendría alinear nuestro sector con valores y requisitos que la propia sociedad ha redefinido y reorientado en los últimos años. Urge avanzar en las fórmulas de participación y gobernanza de las instituciones públicas culturales. Esto ayudaría a ampliar su base de legitimación y a reconstituir el vínculo entre las políticas culturales y los ciudadanos. Asimismo, debemos aclarar y resolver el tema de la representatividad. Necesitamos una verdadera relación y coordinación entre el ámbito público y el privado.

En lo administrativo: Hablando de las Administraciones públicas, quizá la salida de esta crisis requiere la flexibilización de los procesos que la Administración debe asumir para ayudar a fundamentar la gestión pública sobre realidades más acordes a las prácticas culturales y artísticas actuales. Urge una decidida actualización y sincronización con el sector cultural, a quien en definitiva administran, de los calendarios, requisitos, procesos, personal, bases y criterios jurídicos. Es imprescindible mejorar la colaboración entre lo público y lo privado.

Una cosa es segura, la crisis sanitaria es grave y nos está conduciendo a situaciones inconcebibles y excepcionales, pero antes o después pasará, y una vez que pase, una nueva normalidad se instaurará. Entonces nos daremos de frente con esa otra crisis: la económica. De esta crisis económica ya conocemos muchas cosas como para saber lo que nos jugamos en ella. Lo que aquí propongo es un debate sobre cómo orientarse a la hora de reconstruir el sector cultural tras la pandemia.

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