Mi querida España

Opinión
'Mi querida España'
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No quiero plagiar a mi buen amigo Luis del Val por su libro ‘Mi querida España’ (Espasa, 2018) ni inspirarme en aquella nostálgica canción de Cecilia del mismo título que apareció mediados los años setenta del siglo pasado, cuando todos queríamos a España y la censura aún hacía de las suyas cambiándole la letra a la bonita canción. Yo la quise entonces y la quiero ahora, aunque, como a tantos y como a Unamuno, nos duela.

Y la quiero y la queremos porque hemos nacido en esta tierra áspera; porque en ella hemos crecido y la hemos vivido en niñez de austeridad y racionamiento, en adolescencias rodeadas de misterios y lutos y en doradas épocas de madurez en las que España resurgía, se reconciliaba y se abría al mundo gracias a la fuerza y la energía que supimos poner, yo diría, la mayoría de los españoles, amantes de la paz, del trabajo, de la prosperidad, la alegría de la libertad, la tolerancia y el respeto. Porque la hemos estudiado en su prolija y apasionante historia, porque hemos conocido a sus grandes hombres y mujeres, porque hemos sentido la hondura de sus paisajes y porque hemos recibido el equipaje y los trastos de nuestros ancestros.

A trancas y barrancas hemos aprendido a conocernos, a convivir y hemos conseguido levantar esta vieja nación que ahora se nos está cayendo a pedazos y de la que la Europa que nos envidia y nunca nos ha entendido dice que somos un Estado fallido. ¿Estará en verdad esta España ‘muerta’, como rezaba la letra sin censura de la canción de Cecilia, o quizás ya moribunda? ¿Tendrá –seguro que sí– remedio esta ‘desfallescencia’ queremos pensar y desear que transitoria?

¿Qué o quién nos ha fallado para llegar a esto? O, ¿acaso es esto lo que queremos: esta incertidumbre, este rumbo sin derrota por el que parece navegar la nación, esta inquietud que nos afecta, esta tensión y angustia que se respira, este cambio de sociedad al que se nos lleva, esta vuelta atrás hacia una España de alpargata, empobrecida y analfabeta, sometida y sumisa, obligada al silencio y al temor?

¿Hemos fallado los españoles que amamos a España? ¿Ha sido un fallo de nuestro destino histórico? ¿Ha sido una clase dirigente ensoberbecida por el poder y desconocedora de los anhelos profundos de los españolitos de a pie?

Mi querida España: te quiero viva, ilusionada, esperanzada, vigorosa, emprendedora, culta, sin temor, empeñada en la aventura colectiva de crecer y de mejorar, de reparar nuestros defectos, de no dejar, de verdad, a nadie atrás, sacando lo mejor que tienes, que es mucho, y recuperando el orgullo de ser español que hemos perdido a raudales ante el mundo.

Puede que a mucha gente España le dé risa, le cabree, le indigne o le conmueva; pero a mí, recordando aquel monólogo de El Piyayo, esta España mía, esta España nuestra, me da pena… y me causa un respeto imponente. Por eso te quiero, mi querida España.

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