Semipresencialidad en las aulas
El comienzo de curso escolar ha sido el más difícil en muchos años, pero los planes de seguridad y las medidas de protección parece que están resultando eficaces desde el punto de vista sanitario. El primer mes de reapertura de las aulas presenta un balance positivo por el buen comportamiento de los alumnos y por el denodado esfuerzo de todo el personal de los centros educativos, especialmente los equipos directivos. Sin bajar la guardia en el aspecto de la salud, ahora toca ser más ambiciosos en los objetivos educativos porque la enseñanza semipresencial es claramente más endeble.
Aragón, como todas las comunidades, tenía en septiembre la obligación de abrir los colegios en condiciones de seguridad sanitaria. Se ha hecho con un aceptable grado de normalidad, aunque ha habido fallos en la contratación de profesores, en las ratios limitadas de niños y también en la falta de espacios suficientemente preparados. De hecho, los docentes y directores critican con razón la improvisación y la descoordinación. Se podrían haber establecido clases por las tardes si se hubiese ofrecido esa posibilidad en junio, cuando se empezó a preparar el curso actual.
Trascurridas las primeras semanas del curso con una atípica normalidad, las familias reclaman mejoras en la conciliación y en la semipresencialidad. Desde marzo, la enseñanza se ha visto sostenida por profesores y padres abnegados que han luchado por la continuidad del curso por medios telemáticos. Ahora, los alumnos han empezado el curso de forma semipresencial. Un buen número de chicos y chicas sólo acuden a las aulas dos días de cada semana. Es un sistema insuficiente porque ni los profesores ni los padres poseen los recursos necesarios para sostener ese esfuerzo de educación a distancia durante mucho tiempo. La formación de los alumnos se puede resentir si no se adoptan medidas.
