Siembra y cosecha

Rueda de prensa tras el Consejo de Ministros de este martes
Rueda de prensa tras el Consejo de Ministros de este martes
Efe

España es como los que no apuntábamos a estrellas del fútbol: podías tener un toque de calidad pero el siguiente pase se iba al otro lado de la carretera. Un acierto, tres decepciones. Esa era la media. Así que el lucimiento lo guardabas en tu memoria varias semanas y forzabas conversaciones: "¿Os acordáis el gol que metí la semana pasada?". Con el tiempo lo único que quedaba claro era la verdad: eras un paquete.

Algo así le pasa a la política española, que requiere de un éxito inmediato y blandengue; en el ladrillazo, las inauguraciones; en la España actual, los discursos, el relato, los bombardeos en redes sociales. Se vio en junio, cuando la población necesitaba certezas y reconciliarse con la calma, y nuestra clase política solo supo responder a esa necesidad con una retórica del enemigo vencido. Pedro Sánchez pidiendo que nos fuéramos de vacaciones ("¡Reserven!"); Martínez Almeida con un pebetero frente a la Cibeles; se leyeron poemas; y se fue difuminando el horror de los peores días de la epidemia como si fuera cosa del pasado y no fuera a seguir matando gente o destrozando sus negocios.

Aquellos homenajes, empeñados algunos en convertirlos en un duelo donde subyacía una victoria, solo ejemplificaban la trituradora de etapas en que se ha convertido nuestra realidad, a la que apenas le sobra espacio para la memoria o para la cruda evidencia de que hay cuestiones dolorosas, sin vencedores ni vencidos, que nos acompañarán largo tiempo.

Y ese forzar las cosas, poner puntos finales a puntos suspensivos, es lo que trae universos posteriores donde los problemas aparecen y donde el relato, la mal entendida victoria, desemboca en una lucha que hemos venido a resumir en aquello del ‘descrédito de las instituciones’. Como ejemplo brutal de ello, las ruedas de prensa contraprogramadas de los Gobiernos central y de Madrid a cuenta de la gestión de una pandemia que ni se venció ni demanda ganadores, y para la que se había pactado coordinación y generosidad. No pudo ser. Y ahí andan y andaremos enfrascados; en crisis sanitaria, económica o social. Qué importa. Todo es un juego. Pero hay ideologías peligrosas que están empezando a acercarse a los que ya no les interesa la partida. Creo que le llaman populismo y, qué curioso, empieza a ser a la vez siembra y cosecha.

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