Por
  • Francisco Bono Ríos

El turismo, esa gran ventaja

TURISMO EN LA PLAZA DEL PILAR / 23-08-2020 / FOTOS: FRANCISCO JIMENEZ [[[FOTOGRAFOS]]]
Una pareja de turistas en el pasaje del Ciclón de Zaragoza.
FRANCISCO JIMENEZ

Hace poco más de doscientos años, en 1817 en concreto, el economista David Ricardo formuló la llamada ‘teoría de la ventaja comparativa’, por la cual una empresa o nación tiende a especializarse en la producción y exportación de aquello que mejor sabe hacer, es decir aquello en lo que tiene ventajas sobre los competidores. Es un concepto que ha evolucionado mucho a lo largo del tiempo, incluso con cambios de enfoque como el de ‘ventaja competitiva’ acuñado en 1980 por Michael Porter.

Me ha acudido esto al pensamiento a causa de la aparición, a raíz de la dichosa pandemia, de algunas afirmaciones y lamentaciones (con mayor o menor buena fe) acerca del excesivo peso del turismo y la hostelería en la economía española, que ha provocado una crisis mayor que en otros países de nuestro entorno. El corolario subsiguiente para estos críticos no es otro que replantearse el modelo productivo español hacia el futuro, reforzando el sector industrial a costa del turismo.

Muchas de las críticas que se vienen haciendo a la especialización turística de la economía española resultan injustas.

Son varias las consideraciones que, a mi juicio, conviene hacer ante esas afirmaciones, en defensa del sector turístico y hostelero, cuyo auge no ha sido debido a la improvisación ni a la casualidad.

En primer lugar, no es desdeñable el hecho de las óptimas condiciones naturales y sociales de nuestro país como factor productivo diferencial (ya les gustaría a muchos países disponer de esas condiciones para su explotación), lo que obliga a pensar que no hubiera sido comprensible para cualquier analista haber dejado de explotar esas condiciones. Durante muchos años el atractivo de nuestro país fue el de sol y playa, pero en los últimos años se ha ido ampliando y diversificando a otros muchos factores (naturaleza, patrimonio, cultura, gastronomía...)

En segundo lugar, no debe atribuirse a España el fenómeno de la excesiva afluencia de turistas, ya que la masificación ha afectado a todo el planeta, lo que puede apreciarse con nitidez hoy día si se visitan las principales capitales del mundo o los destinos más notorios (Venecia, Santorini, Patagonia...) . Eso sí, cualquiera que haya viajado habrá observado que la calidad y la oferta competitiva de nuestro país es difícilmente igualable, gracias a la profesionalidad y la experiencia de nuestras empresas y trabajadores.

En tercer lugar, no son muy aceptables los reparos sobre la estacionalidad y la baja retribución de los empleos. Es un hecho cierto, sin duda, pero similares ‘enmiendas’ podrían hacerse del sector agroalimentario, de las industrias del juguete, de los dulces navideños o de tantas actividades que tienen similares características. Si hiciéramos balance del sector turístico y hostelero, los efectos positivos son sin duda mayores que los negativos. Pero hay dos de ellos que merece la pena destacar.

De una parte, el turismo ha venido a remediar el negativo efecto de la despoblación en numerosas zonas del país, cuyo potencial económico está muy limitado en recursos para otros tipos diferentes de actividad económica. Es cierto que, en contraposición, se han dado aglomeraciones excesivas en zonas costeras y en grandes ciudades y que, por ello, hubiera sido necesaria una mayor planificación y una mayor búsqueda de la calidad sobre la cantidad, pero tales deficiencias no deben invalidar el balance final del sector.

De otra parte, el turismo y la hostelería ejercen un importante efecto multiplicador sobre la economía global, al demandar abundantes ‘inputs’ de sectores industriales (alimentación, equipamientos, etc.) y de servicios de todo tipo.

Nuestro país tiene que seguir aprovechando la ventaja comparativa del turismo.

Estimo, en definitiva, que son injustas y precipitadas determinadas valoraciones críticas sobre el turismo. Y para terminar dos comentarios más: El primero, que tarde o temprano volverá el turismo por sus fueros, con la necesaria adaptación a unas nuevas coordenadas, ya que se ha convertido en una actividad consustancial al género humano. El segundo, que es una actividad perfectamente compatible con el requerido incremento de la industrialización de España, y que por tanto nuestro país no puede renunciar a un sector en el que, a lo largo del tiempo, muestra una extraordinaria ventaja comparativa en el conjunto del planeta

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