La pandemia y el estilo de gobernar
Durante la primera fase de la pandemia, los gobernantes mundiales desplegaron diversos estilos de liderazgo, que pueden resumirse en dos: el personalista, que encarnaron gobernantes como Macron o Sánchez, o el cooperativo, por el que se inclinaron la canciller alemana, Angela Merkel, o la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinta Arden.
Hasta el momento, los datos han mostrado que no solo las decisiones tomadas, sino también el modo en que se gobierno, influyen en la evolución de la pandemia. Más incluso que la forma de gobierno. Ni China ni Irán son países democráticos, pero Pekin ha conseguido doblegar al virus y Teherán, no. La centralista Francia arroja peores cifras que la descentralizada Alemania, quizás porque desde el primer momento la canciller Merkel estuvo en permanente contacto con los presidentes de los estados que conforman la república federal.
En España esa coordinación se ha echado de menos en muchos momentos. Durante seis meses terribles, con la capital de España convertida en epicentro de la pandemia, no hemos visto juntos a los presidentes Sánchez y Ayuso. En un escenario cada vez más preocupante, Pedro Sánchez accedió finalmente a visitar la sede de la Comunidad. Ambos políticos escenificaron una tregua obligada en la guerra sorda entre PSOE y PP en Madrid. Es duro pensar que las cosas se han tenido que poner, otra vez, realmente feas para que esto suceda. Pero sobre todo es alentador que la cordura y el interés general parezcan imponerse.
