Traspandemia

Opinión
'Transpandemia'.
Nuri Martínez

9 de julio de 2021. Hoy termina un curso que ninguno sabíamos cómo iba a transcurrir. Empezamos separando las clases entre presenciales y ‘online’, pero hemos acabado de forma más normal. Parece que para el próximo otoño solo tendremos que recordar que las vacunas que se comenzaron a dispensar en primavera no son plenamente efectivas y que hay que ponerse nuevas dosis en otoño. El riesgo no ha pasado del todo, aunque parezca dominado. Pero en junio del año pasado también nos dio esa impresión, y ocurrió lo que ocurrió.

Ahora toca dilucidar qué hacemos con el material telemático adquirido, cámaras, micrófonos y ordenadores, y con el didáctico que hemos elaborado de forma bastante precipitada para remitirlo a nuestros alumnos mientras estaban fuera de las aulas. Una parte sustancial del ‘hardware’ adquirido no se adaptaba a las necesidades y hubo que sustituirlo por otro. Dada la premura de las compras, apenas se pudo estandarizar nada y el parque de ordenadores existentes es lo más parecido a una feria donde se exhiben modelos de varias generaciones. Mandaba la comunicación y poder establecerla fue lo prioritario. Ya tendríamos tiempo de pensar en las auténticas necesidades.

Apuntes y otro material académico para que los estudiantes siguieran el curso desde sus casas o, mejor dicho, a través de sus ordenadores, han sufrido un proceso semejante. Si un ajeno analizara todo lo elaborado concluiría que procede de universidades diferentes. Pocas cosas comunes tienen que lleven a pensar que han sido redactados de forma colectiva y coordinada. No había tiempo para ello. Nuevamente, la urgencia lo prostituyó todo.

Sí, hemos conseguido superar el curso, pero ha sido más una carrera de obstáculos que otra cosa. Si queremos obtener lecciones de la pandemia y sus efectos sobre nuestra docencia, la primera es que apenas hemos conseguido avanzar en algo que se pueda denominar dignamente formación no presencial. Cualquiera que analice la actividad de las auténticas universidades ‘online’ podrá darse cuenta de lo que carecemos. Desde plataformas reales de interacción bidireccional con los alumnos, a todo un material común y perfectamente identificable con la institución, pasando por la formación necesaria para que los que estamos implicados sepamos ejercer nuestra labor a través de medios telemáticos. Apenas sabemos nada del resultado de nuestra enseñanza en los alumnos no presenciales, muchos de los cuales han sido solo una imagen en una pantalla de ordenador. Su evaluación positiva, el aprobado, puede significar que nunca más se produzca un contacto alumno-profesor. Así no debe ser la universidad.

Podemos aprender lecciones de este año y medio, desde marzo de 2020. Nadie espera un nuevo rebrote de la pandemia. Lo que sí digo es que, si de verdad se pretende impartir educación universitaria no presencial, debemos comenzar desde más atrás. No todas las áreas de conocimiento son igual de susceptibles para la formación ‘online’. Hay que elegir las más adecuadas. Hay que definir los medios que se precisan, tanto entre el profesorado como entre el alumnado. Hay que crear grupos de profesores y PAS y formarlos en el manejo de ese ‘hardware’ y de ese ‘software’, pero también en las técnicas comunicativas que hay que usar en los medios telemáticos para mantener el interés y el contacto con los alumnos. Hay que estudiar las formas de evaluación a distancia. Hay que hacer pruebas y, después, analizarlas para corregir los errores y robustecer el procedimiento. Y, tras ello, empezar a implantar lo diseñado en las otras áreas que se consideren adecuadas.

No todas las áreas de conocimiento son igual de susceptibles para la formación ‘online’, se necesitan medios, formación y nuevas formas de evaluación.

En mi entender, esta es la única forma de tener una formación ‘online’ de calidad. El resto es una solución que solo debe usarse en situaciones de emergencia. De momento el tercer rebrote no ha llegado y nadie quiere que tenga lugar.

Por el bien de todos, espero que se cumpla esta profecía porque, desgraciadamente, todavía estamos en 2020. 

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