El socio minoritario del Gobierno, Podemos, ha rechazado con una contundencia mayor de la que había empleado hasta ahora que Pedro Sánchez priorice a Ciudadanos sobre ERC para sacar adelante los Presupuestos generales del Estado. La gravedad de los indicadores macroeconómicos y las previsiones a corto plazo exigen que el presidente pacte unos presupuestos sólidos, no ideologizados y en línea con las directrices marcadas por la UE para los países miembros. Lo importante no es, obviamente, satisfacer los deseos de los ‘socios’, sean el partido de Pablo Iglesias o los independentistas catalanes, sino contar con una herramienta que relance al país cuando la pandemia empiece a quedar atrás.

España se encuentra ante el desafío de aprobar unas cuentas públicas con el mayor respaldo posible para hacer frente a una de las mayores crisis de las últimas décadas y con más de 29.000 fallecidos por coronavirus, según los datos del Ministerio de Sanidad. Lo que no tiene ya ninguna justificación es continuar prorrogando los Presupuestos que Cristóbal Montoro elaboró para 2018. Para el año 2021, el país necesita unas cuentas que sean realistas, que se basen en la situación actual, que marquen una clara tendencia modernizadora y que establezcan un marco detallado para ejecutar las millonarias inversiones aprobadas por la UE con el objetivo de hacer frente a los efectos destructivos de la pandemia.

La recuperación económica se antoja viable debido a la relativa abundancia de los recursos financieros llegados de Europa. Sobran, pues, las cortapisas ideológicas, sean las de un Podemos en horas bajas o las de una impredecible ERC en puertas de elecciones autonómicas. Es misión de todos, empezando por el Gobierno, el aprobar unas cuentas del Estado que reflejen la nueva realidad originada por la covid-19 y los programas de recuperación de la economía. No caben bloqueos ni imposiciones que impidan que España pueda salir airosa de una asfixiante coyuntura.