Subdirector de HERALDO DE ARAGÓN

Estrategias políticas y bien común

Cayetana Álvarez de Toledo.
Cayetana Álvarez de Toledo.
Ricardo Rubio / Europa Press

Acostumbrados a mirarse a sí mismos, el problema de los partidos políticos en España sigue enquistado en el ombliguismo. Solo hace falta detenerse en las menguantes cifras de afiliación. El personal no conecta con formaciones que se engrasan bajo el perverso sistema de la cooptación, que requiere un permanente movimiento estratégico interno para poder aparecer en la foto cada cuatro años. Así les va. Y así nos va. La Constitución establece el papel de los partidos como instrumento fundamental para la participación política y obliga a un funcionamiento interno democrático. La realidad dicta que los últimos años de la política española han estado colmados de cortoplacismo, con líderes refractarios a los grandes acuerdos, dando la espalda al bien común. Solo así pueden entenderse algunos de los últimos movimientos, como los de la investidura, donde la clave de bóveda se sostuvo en partidos que buscan la ruptura de la unidad de España para reivindicarse. Ahora, el PP ha decidido prescindir de Álvarez de Toledo para encontrarse más cómodo en una estrategia en la que pueda tejer acuerdos basados en la moderación. De Toledo defendió con valentía la unidad de España en Cataluña, pero generaba recelos en los barones y en Pablo Casado por su propio estilo, tal vez áspero e individualista. Más allá de los cambios internos de un partido concreto, acaso las formaciones deberían fijar sus equipos sin pensar tanto en sus beneficios, ni siquiera en clave electoral, sino en el conjunto de los ciudadanos a quienes representan.

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