Creemos
Hace años que realicé un pequeño trabajo de investigación sobre la reinterpretación de las obras de arte. De cómo estas habían influido en los creadores y habían sido protagonistas e inspiradoras de obras memorables, como por ejemplo los esposos de Villa Giulia en ‘La Sonrisa Etrusca’ de Sampedro o el retrato pintado por Lorenzo Lotto del contrahecho protagonista de la aclamada ‘Bomarzo’, de Mújica Láinez. La literatura popularizó ambas obras y les dio otra dimensión, les sumó y les añadió una serie de valores que hasta entonces no tenían.
Desde el ámbito creativo hemos de ser conscientes de que a veces nuestras palabras pueden ser varitas mágicas para los pueblos: muchos de nosotros conocimos Ainielle gracias al libro de Llamazares. Tenemos que poner en valor diferentes paisajes, arquitecturas, municipios y ciudades de Aragón a través de las artes. Porque a veces el resultado puede ser sumamente beneficioso. ¿No era la de Carlos Ruiz Zafón una mirada nueva y personalísima de Barcelona? ¿No son Pérez Galdós o Valle-Inclán esenciales en la visión que se ha creado del Madrid de entre los siglos XIX y XX? ¿O Delibes en Castilla? Por no hablar de la Vetusta / Oviedo de Alas ‘Clarín’ o de la Galicia de Pardo Bazán. En el audiovisual, ‘Ocho apellidos vascos’ y ‘Juego de tronos’ han puesto en el mapa a ese lugar de olas rompientes que se llama San Juan de Gaztelugatxe. Y en el ámbito musical y regresando a Aragón, ¿no retumba en nuestros oídos ‘El País Perdido’ de la Ronda de Boltaña cuando miramos desde Abizanda o desde Samitier hacia Monte Perdido y Peña Montañesa?
Isabel Soria es técnico cultural y documentalista