Por
  • Javier Sebastián

Frío

Una obra artística realizada con mascarillas para un museo virtual inspirado en el COVID-19.
Una obra artística realizada con mascarillas para un museo virtual inspirado en la covid-19.
EFE

En los ‘Relatos de Kolimá’, del escritor ruso Varlam Shalámov, los personajes no piensan más que en sobrevivir un día más. Pero es que quizás ninguna otra cosa puede pensarse en el Gulag, a 45 grados bajo cero. Si escupes, lo que cae al suelo es hielo. Si fumas, el humo se queda quieto, suspendido en el aire. Hay que soplar para que se vaya. Y el resto es silencio, la nada absoluta.

Shalámov fue una lección: se puede escribir sobre lo inescribible. También lo hizo el mejicano Rulfo en su ‘Pedro Páramo’. En ‘El llano en llamas’. Pero desde el calor más colosal. Los que mueren en Comala y van al infierno, escribe, tienen que volver a por sus abrigos. Después de eso, no hay mucho más que decir. ¿Será así después de la pandemia? En mi opinión, es una experiencia estéril. Por eso me pregunto cómo lo contarán las series, la moda, el teatro, el grafiti, el cine, la música, la pintura... ¿Qué dirán los libros de ficción? Quizás pasemos de puntillas por esta nefasta temporada y volvamos algún día a publicar los textos que nos interesaban antes del 14 de marzo. Como si todo esto no hubiera sido más que un mal sueño. O acaso aparezca otro Shalámov, otro Rulfo, para enseñarnos a escribir sobre lo inescribible.

Porque, una de dos, o volvemos pronto a marzo, y nos encontramos otra vez con nosotros mismos, o ya difícilmente seremos un día los que fuimos. Y eso paraliza. Abrasa. Y a la vez da mucho, pero que mucho frío.

Javier Sebastián es escritor

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