Por
  • José Luis de Arce

A la sombra de un gran monarca

Don Juan Carlos
Don Juan Carlos
Zipi / Efe

Cuando la inmensa mayoría de los españoles decidimos en 1978 construir el gran edificio de nuestra democracia, siguiendo los saberes de antiguos canteros y constructores, colocamos la clave de bóveda de nuestra catedral en la figura de un Rey, joven, sorprendente, inesperado y deseoso de dotar a España de un sistema democrático y de libertades. Don Juan Carlos supo renunciar a su herencia franquista y entenderse con todo el amplio espectro político de aquella España necesitada de paz, desarrollo y nuevas ilusiones. Consiguió el respeto y la anuencia de todos, representó y paseó por el mundo a la nueva España y la situó en el ‘top’ de las naciones fiables y capaces del planeta. Fue muchos años nuestro referente al que mirar esperanzados, mientras se sucedían gobiernos de izquierdas y de derechas que iban manejando la nación bajo la mirada discreta y contenida del Rey; bajo la sombra de un gran Rey.

Juan Carlos I supo mover con sutileza, elegancia y eficacia los hilos de la transición política española, y, lo que es mejor, mantener alto el honor y la dignidad de una nación que se reincorporó con brillantez al mundo. No me cabe duda de que pasará a la historia reconociéndose su papel como protagonista de la recuperación de España, a la que prestó los mejores y más continuados años de prosperidad, estabilidad y crecimiento; hasta de alegría. Siempre bajo su sombra tenue y silenciosa. La sombra de un gran Rey.

Es verdad que ha adolecido, en los últimos tiempos, de algunas debilidades humanas a las que a veces los hombres no sabemos sustraernos. Cometió errores –nunca en la gestión de su papel de Jefe del Estado– y pagó y pidió perdón por ellos. No ha sido procesado, ni enjuiciado, ni condenado por hechos que están en trámites judiciales de los que habrá que esperar resultados, imperando el principio de la presunción de inocencia, como debe regir también (¿o para él no?) para cualquier ciudadano. Y sin embargo los cainitas de España se apresuran a sentenciarle olvidando que también para ellos ha sido un gran Rey y que han estado cobijados por su sombra. La sombra de un gran Rey, mal que les pese.

Los arquitectos saben que si se quita la clave de bóveda todo el edificio se puede caer. Afortunadamente la seguimos teniendo en la figura del rey Felipe VI, llamado a ser otro gran Rey, por lo que los españoles debemos sentirnos llamados a arropar y apoyar esta piedra angular de nuestro sistema, si no queremos volver a enfrentamientos que nos llevarán de nuevo a la miseria y a la desolación. El Gobierno, tibio y titubeante gobierno, debiera ser el primero en despejar toda clase de dudas, poniendo en su sitio a ese díscolo y atrabiliario vicepresidente, o sea, fuera de un ejecutivo kafkiano, y proclamando de forma palmaria su apoyo y respaldo inequívoco al monarca que hoy nos preside como Jefe del Estado.

Y reconociendo que los españoles hemos estado muy bien viviendo muchos años a la sombra de un gran Rey.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión