Por
  • Maru Díaz

El año que lo cambió todo

Hemos mantenido como faro de luz en medio de la noche la certeza de que no podíamos dejar a nadie atrás, esta vez no
Hemos mantenido como faro de luz en medio dela noche la certeza de que no podíamos dejar a nadie atrás, esta vez no
krisis’20

Nadie dijo que gobernar iba a ser sencillo y más para una fuerza política como la nuestra: nueva, cargada de expectativas depositadas sobre nuestras espaldas, teniendo que cabalgar contradicciones y además compartiendo gobiernos con partidos cómplices justo, por sus decisiones pasadas, de nuestro surgimiento. Estaba claro que no iba a ser sencillo y que entrábamos, como en los parlamentos del 2015, sin manual de instrucciones. Sabiendo que se podía hacer distinto pero, ahora sí, teniendo la obligación histórica de demostrarlo. Sin embargo, el destino ha querido que nuestro primer año gobernando para la gente haya sido justo este, probablemente uno de los años más difíciles para nuestro mundo tras el periodo de las guerras mundiales y las tensiones de la guerra fría. Sabíamos que estábamos haciendo historia pero no pensábamos que así, tan claramente. Este año ha puesto a prueba la tesis que nos hizo nacer: que la crisis anterior fue una estafa, que en los momentos difíciles no se puede dejar a nadie atrás; en definitiva, que se pueden tomar decisiones políticas que cambien el rumbo impuesto por un sistema ciego y sordo ante las necesidades de la vida.

Siete meses llevábamos gobernando en Aragón cuando la pandemia vino para cambiarlo todo. Siete meses con presupuestos aprobados en tiempo y forma, con muchas discusiones. ¡Cómo no! Compartimos gestión cuatro fuerzas dispares e incluso, en algunas cuestiones, antagónicas, pero supimos anteponer el interés general para conseguir tener unos presupuestos que auguraban un 2020 cargado de políticas sociales, 6 de cada 10 euros iban destinados a ello, cargado de ciencia e investigación, con un aumento del 25% del presupuesto, y con ideas nuevas en movilidad, en sostenibilidad y en economía circular que sembraban el germen del atisbo de un nuevo modelo económico en coherencia con las demandas europeas. Sin embargo, el 2020 tenía otros planes para nosotras e iba a poner a prueba nuestra capacidad para darle la vuelta a todo lo acordado hasta ahora, olvidándonos cada cual de sus áreas y cometidos y centrando todos nuestros esfuerzos en sacar adelante una situación impredecible e inimaginable. Llegó el momento de poner la vida, en su máxima radicalidad y dureza, en el centro, y no ha sido fácil, os lo aseguro.

Cada decisión, cada reunión, cada acción política estos meses, todo ha ido acompañado de un nudo tremendo en la garganta. A nadie le preparan para gobernar una crisis de esta envergadura, para contar fallecidos, para habitar la impotencia. Sin embargo, hemos mantenido como faro de luz en medio de la noche la certeza de que no podíamos dejar a nadie atrás, esta vez no. Preparar hospitales, habilitar más camas, intentar conseguir materiales de protección donde fuera y como fuera, readaptar la educación, la universidad, poner en marcha el teletrabajo, impulsar la investigación para hacer correr a la ciencia en esta batalla contrarreloj que lidiamos, sacar fondos para apoyar a pymes y autónomos, reforzar residencias con centros covid… Y aun así, sabemos que no hemos llegado a todo, que no hemos conseguido evitar todo el dolor, prevenir todos los flancos que genera la covid, acertar con todas las propuestas. Pero os aseguro que en todas las decisiones tomadas ha primado el que de esta salíamos todos y todas juntas.

Hay años que duran décadas, que aceleran el futuro y que tensan y explicitan las debilidades del sistema. Años quizá como este. Y ante ellos, la clave pasa por atreverse a afrontar los retos a futuro que se nos presentan, abordando como país tres debates claros que definen ya nuestro presente. Por un lado, el problema de la conciliación y los cuidados, necesitamos un sistema que no viva de espaldas al esfuerzo que implica sostener y cuidar la vida. Somos seres vulnerables e interdependientes y la pandemia ha demostrado que teníamos un sistema que lo había olvidado. Por otro lado, necesitamos poner en el centro la ciencia, la investigación, la innovación para tener economías más competitivas y respuestas ante futuras crisis más avanzadas; la ciencia no se riega en un día y debe ser el gran aprendizaje de esta crisis. Y por último, debemos reconocer que el planeta necesita una plan b si queremos seguir viviendo en él. Los riesgos de zoonosis, su aceleración por culpa de nuestra forma de consumir y de calentar el planeta señalan un colapso climático que toca afrontar desde lo concreto y lo local para conseguir respuestas globales.

Este es el horizonte para un nuevo año que se avecina complicado, duro, difícil. Por desgracia nos queda batalla por lidiar y de nuevo los gobiernos con Podemos tendremos que demostrar que seguimos recordando para quién trabajamos, por qué estamos aquí y que sabemos defender a la gente. Nos dijeron: ¡montaos un partido! y lo hicimos; nos dijeron: ¡manchaos las manos gobernando! y lo estamos haciendo, intentando no dejar a nadie atrás, defendiendo lo común y lo que es de todos, reconociendo errores pero sin perder la esperanza. Seguimos.

María Eugenia Díaz Calvo es consejera de Ciencia, Universidad y Sociedad del Conocimiento del Gobierno de Aragón y coordinadora de Podemos Aragón

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