AVE y covid-19

Retrasos en el AVE por accidente en Madrid/20-3-2013/ Foto: Asier Alcorta
'AVE y covid-19'.
HA

Veníamos de una escalada por molar y vino una pandemia a igualarnos. Aun así, los que se esforzaban por desmarcarse del vulgo no crean que no siguen intentándolo. Por ejemplo, los famosos con esas mascarillas que parecen sacadas de Mad Max y que en su mayoría llevan válvula, que es un dispositivo que solo sirve para no contagiarte tú pero sí al resto.

Y es que hay hábitos que son parte de nuestro ADN y no cambiarán: una vacuna para la primavera de 2021 es demasiado poco tiempo. En el AVE Madrid-Zaragoza, por ejemplo, las cosas a veces solo son más incómodas. El otro día llegué a Atocha con tiempo por si hacían algún control previo de temperatura y en dos minutos estaba esperando a que saliera el número de andén. Te hacen entrar por varias puertas para evitar la aglomeración aunque luego solo hay una cinta mecánica para bajar al tren y claro, vamos todos apretados como una cadena de producción china. Dentro de los vagones la situación no es mejor. La vieja costumbre de cambiarse asientos no ha desaparecido y no es poca la gente que se acaba intercambiando sillones una vez usados porque las cosas no cuadran. A ello se suma esa madre e hija sentadas a mi lado que para un viaje de hora y cuarto no tuvieron problema en bajarse la mascarilla para comerse su bocata, refresco y un yogur que rebañaron con la cucharita al punto de que casi les pido un trozo del cristal para cortarme las venas. Eso sí, a figurones no nos gana nadie: hasta 10 minutos antes de llegar y previo aviso de Renfe de que eso no ocurra, la gente se empieza a agolpar en la puerta para bajar los primeros. A veces pienso que hay una alerta de "Este tren se autodestruirá en 10 segundos" que yo nunca he escuchado. He de reconocer, y juro que no es fantasía, que la madre del bocata protestó por esta aglomeración; lo hizo en voz alta y clamando al cielo como un ruego a la cordura al que, bendita mascarilla, le respondí moviendo los labios con un adjetivo que no voy a escribir aquí.

La cuestión es que con los rebrotes de la covid-19 a cuestas, la responsabilidad individual es lo primero y que las comunidades estén obligando a llevar mascarilla siempre es una decisión dura, preventiva, pero sobre todo una derrota como sociedad responsable y con las prioridades bien ordenadas. 

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