Por
  • Isabel Soria

47.720 km² de maravillas

El imponente claustro del monasterio de Veruela
El imponente claustro del monasterio de Veruela
Laura Uranga

Aragón puede presumir de su pasado, se conjugue en el tiempo en el que se conjugue. Esta tierra, corazón de iberia, está coronada por altas montañas. Tal vez por ello estaba predestinada ser un poderoso reino. Un gran territorio en el que vivieron generaciones y generaciones que dejaron el testimonio de sus vidas en el solar aragonés. Eso, sumado a una generosa naturaleza hace que tengamos un patrimonio cultural y natural extraordinario. Gritémoslo: Excepcional. Llega el momento de viajar hacia dentro. Es la hora de ir a visitar el hayedo del Moncayo, el Parrisal de Beceite, los órganos de Montoro o la Selva de Oza. De perderse por el románico oscense y por las murallas de Daroca. De preguntarse a dónde iría el agua del acueducto Los Bañales. De pensar en quien hizo construir el mausoleo de Fabara o de la iglesia de San Gil de Luna. De ir a Botorrita en busca de su bronce. De sumergirse en Goya, en Fuendetodos y de admirar el maravilloso retablo de San Salvador de Ejea de los Caballeros. De buscar los eremitorios de la provincia de Huesca, de visitar Albarracín o el pozo artesiano de Cella. De quedarse boquiabierto mientras se observa la maravillosa techumbre mudéjar de la Catedral de Teruel o ir tras los pasos de Cabrera, en Cantavieja. De admirar los monasterios de Veruela, Rueda o Piedra. De maravillarse en San Juan de la Peña, o en el parque cultural del chopo cabecero. De ver un atardecer en Los Mallos de Riglos. De ir de norte a sur, de este a oeste, y de arriba a abajo desde los 200 metros sobre el nivel del mar de Zaragoza a los más de 3.000 de la cumbre del Aneto. Aragón: 47.720 km² de maravillas.

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