Por
  • Vicente Pinilla

Inmigrantes

Los 36 inmigrantes que llegaron el domingo a las islas Chafarinas fueron llevados este lunes al puerto deportivo de Melilla.
Desembarco de inmigrantes en Melilla.
EFE / F. G. Guerrero

A finales del siglo XX apenas el 1% de los residentes en Aragón había nacido en el extranjero, hoy son más del 10%. Los inmigrantes llegaron, especialmente, durante el boom económico de 2000 a 2008. El flujo se paralizó durante la crisis, para desde 2016 volver a activarse hasta la pandemia. La enorme brecha de ingresos entre sus países de origen y la Europa rica explica casi todo. Es dejar una vida atrás para mejorar la suerte de toda la familia. La mayoría llega sin papeles y tiene que aceptar trabajos en el mercado informal. Ante ello hay quien ofrece regularizar su situación, cuando es posible, y personas que se aprovechan de su indefensión legal. En muchas ocasiones pasan largos años sin ver a sus hijos, esperando la ansiada reunificación. Son parte ya de nuestra población. Realizan muy frecuentemente trabajos que la población autóctona no quiere. Cuidan a nuestros mayores, a nuestros niños. Sus hijos se educan en nuestras escuelas, aspirando a una vida mejor. Es nuestro presente y nuestro futuro. Pero necesitamos una auténtica política migratoria que asuma esta realidad, sin demagogia y con consenso.

Yo me acuerdo siempre de mis abuelos María y Santiago. Pasaron más de quince años en Argentina a donde emigraron junto a sus hermanos, ocho en total de las dos familias. Sin un encuentro en el Hospital Español de Buenos Aires yo no estaría aquí. Tuvieron valor para ir y también para volver. Ahora hay en España trece bisnietos y una tataranieta de unos emigrantes que fueron a Argentina sin papeles y sin permiso de trabajo.

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