Redescubrimiento de la naturaleza

Opinión
'Redescubrimiento de la naturaleza'
POL

Era ella. Estaba ahí permanentemente, casi sin levantar la voz. Desde siempre, servía como fuente inagotable (sic) de recursos. Tanto tiempo pasó en esta situación que la habían despojado de una parte de sus tesoros, por más que siempre había sabido renovarse. La naturaleza va a su ritmo entrópico, pausado o abrupto, pero cada vez se altera más pues padece incidencias antrópicas más o menos graves. Su devenir bascula de un lado para otro respondiendo a condiciones físicas extremadamente complejas, algunas le ayudan a mantener su esencia y estampa, otras se las cambian. Durante siglos y siglos no le faltaron afectos, si bien últimamente se sintió olvidada.

Era ella ensalzada por gente anónima, también por filósofos, naturalistas y científicos; así como por los artistas que la pintaron o loaron. Averroes explicaba a sus contemporáneos andalusíes del siglo XII que nada suyo les es superfluo. Suponemos que semejante argumento valdría ahora, cuando sabemos mucho más de los ciclos y flujos con los que se construye. Michel de Montaigne identificaba el escenario natural con un gran espectáculo del que el hombre debería disfrutar. A la vez, aconsejaba cohabitar con sus pulsos vitales, como hacían los antiguos griegos estoicos, incluso recomendaba aprovechar su magnanimidad y tomar todo lo que ofrecía. Consejo que probablemente revisaría hoy tras los descuidos ecológicos que se han provocado durante todo este tiempo. Probablemente estaría de acuerdo con aquella frase de Juan de Mairena (Antonio Machado): "El hombre moderno busca en el campo la soledad", cosa muy poco natural. Alguien dirá que se busca a sí mismo. Pero lo natural en el hombre es buscarse en su vecino, en su prójimo, como dice Unamuno, que opina: "Más bien creo yo que el hombre moderno huye de sí mismo, hacia las plantas y las piedras, por odio a su propia animalidad, que la ciudad exalta y corrompe". Francis Bacon daba vueltas a esa idea de obedecer a la naturaleza, para concluir que los humanos somos a la vez sus siervos e intérpretes. J. J. Rousseau la comparaba con un libro abierto que se nos muestra siempre presto para enseñar y del que debemos aprender. ¡Que no suene a antiguallas! El poeta Luis García Montero entiende que cuando salimos a la naturaleza buscamos la pureza, llevamos en nuestra mirada las elaboraciones de la ciudad. Pero nos avisa, "la pureza es siempre un invención; la otra cara de la moneda con la que pagamos nuestras facturas en el supermercado".

Era ella por tierra, mar y aire; toda una expresión de biodiversidad. Hay que recordar que el metabolismo de la biosfera terrestre se parece al de un organismo, que lo es, pero en este caso extremadamente complejo. Si alguien se da una vuelta por ‘World Mapper’ encontrará un cartograma animado de la NASA elaborado con las informaciones de satélites que detectan la ‘producción primaria bruta’ (GPP) acumulativa de la biosfera en tierra. Esta productividad, diferente según zonas y países, es la energía para la vida multidiversa de la naturaleza; cambia con las estaciones. Nos da una idea de cómo todos los organismos de la biosfera están interaccionando gracias al sol.

Es ella misma pero no tanto. La vida multiforme se reduce según denuncia la FAO en su reciente avance del informe ‘Evaluación de los recursos forestales mundiales. 2020’, que próximamente ampliará. A lo largo de los últimos años han desaparecido demasiadas especies; ha perdido una buena parte de su existir. A pesar de todo, cunden por la red afirmaciones del tipo de "no se ve que haya pasado nada", que propagan quienes ven el mundo desde la atalaya del negacionismo.

Es a ella a donde todos queremos desplazarnos, aunque pocos españoles, también algunas administraciones, valoran el privilegio de que España aporte la mayor superficie a la Red Natura 2000 europea. Escuchamos y leemos estos días que la naturaleza es salud post-pandémica, para el cuerpo y el espíritu. La estampida que se prepara al medio rural y natural nos hace temer que ese redescubrimiento no sea para ensalzar, sino para temer. Los espontáneos no tardan nada en ser invasores. A pesar de todo, la naturaleza se reinventa cada día; no deja de ser un intento de exponer combinados el espacio y el tiempo; mejor si no le perturbamos sus ritmos.

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