Por
  • Joaquín Abós

Hong Kong, ¿qué está pasando?

Segundo día de manifestaciones en las calles de Hong Kong.
Manifestaciones en las calles de Hong Kong.
RITCHIE B. TONGO

Las noticias sobre Hong Kong llenan estos días los telediarios y la prensa. Vuelven algunos recuerdos. En enero del 73, al volver de Japón un equipo de la Cazar (Ibercaja) de buscar para Zaragoza la inversión de una fábrica del automóvil, paramos en Hong Kong, en el famoso Hotel Península, considerado uno de los mejores del mundo. Hong Kong era una colonia británica. Se notaba en todo.

La segunda vez fue en julio de 1986, como director del Área Internacional de la Cazar, en una misión de diez días a China. Tras estar en Pekín, volamos a Cantón (Guangzhou). Desde allí navegamos por el río Perla hasta Hong Kong. Yendo a la derecha, a 60 kilómetros, hubiéramos llegado a Macao, entonces portugués, centro internacional de juego. Con una superficie de 1.104 km2, 7,2 millones de habitantes y una renta per cápita de 60.000 dólares, continué admirando el lugar, su vida económica y social. Fuimos de la Isla a Kowloon, la Península, puerto original y típico, por un túnel bajo el mar.

La tercera vez fue en 1987, como subdirector del Banco Hispano Americano, también en una escala a Tokio, donde teníamos una sucursal. El ‘skyline’ de Hong Kong había cambiado radicalmente. Contacté con el principal banco, el HSBC, tercero del mundo, en su magnífica sede central. Más tarde, en 1988, pasé más días para buscar un lugar para una posible sucursal. Hong Kong tenía más de 250 bancos extranjeros, cuatro veces más que Singapur y tres veces más que Shanghái. Llegué a un acuerdo para una planta en el Bank of China Building, que acababa de inaugurarse, edificio de 70 plantas, el más alto y representativo. Hong Kong aún era británica, con su famoso gobernador Chris Patten.

Todo cambió en junio de 1997, cuando pasó a soberanía China tras el discurso del Príncipe Carlos y el pomposo y nostálgico acto militar. En 1992 el HSBC compró el Midland Bank inglés y movió su sede central a Londres. Parecía que todo seguía igual, construyendo edificios con su ‘skyline’ retando al de Nueva York. Aunque el número de bancos cayó de 250 a 200, la dinámica financiera, económica, social y universitaria, continuaba.

Hong Kong era una región administrativa especial semiautónoma de China, con un gobierno regional que puede promulgar leyes orgánicas capitalistas, sus propias aduanas y fronteras externas. Pero el 22 de septiembre de 2014 comenzó la ‘revolución de los paraguas’, estudiantes tomando las calles y pidiendo la retirada de la reforma electoral del Congreso Nacional del Pueblo. Todavía parecía que el lema ‘un país, dos sistemas’ podía funcionar, hasta que más protestas por el proyecto de ley de extradición reflejaron las diferencias culturales, políticas y económicas entre Hong Kong y el gobierno chino. Lo que era algo menor en marzo del 2109, el 9 de junio pasó a ser una manifestación de más de un millón de personas, con gran impacto nacional e internacional. El 15 de junio la gobernadora Carrie Lam anunció que retrasaba indefinidamente el proyecto, sin retirarlo. El domingo 16 de junio una segunda manifestación, con más de dos millones de participantes, pidió su retirada y la dimisión de Lam.

Continuó el tira y afloja. El 21, varios miles de hongkoneses rodearon la sede de la Policía exigiendo la libertad de los detenidos. Y el 1 de julio, cientos asaltaron el Parlamento. Más protestas y detenciones en julio. El 5 de agosto, la primera huelga general en 50 años. El 4 de septiembre Lam anunció la retirada definitiva del proyecto de ley de extradición, confirmada por la Asamblea el 23 de octubre. Los disturbios continuaron. El 1 de noviembre comenzó una huelga general indefinida y el 24 el bloque democrático arrasó en las elecciones municipales.

Pero tras todo este vía crucis, hace unas semanas China actuó como muchos esperábamos: propuesta de Pekín de aprobar la ley de extradición y unificación total con China. ¿Se acaba el modelo de ‘un país con dos sistemas’? Sorprende el apoyo a China de los dos bancos británicos HSBC y Standard Chartered, que dominan su sistema bancario, y también de los grandes promotores inmobiliarios. Y China acaba de dar 5.000 millones de dólares a Cathay Pacific, la magnífica aerolínea de Hong Kong.

Para contrarrestar, Boris Johnson ofreció el pasaporte británico a tres millones de hongkoneses para atraer su riqueza y conocimientos. Al mismo tiempo, China, ante la amenaza de Estados Unidos sobre sus grandes empresas cotizadas en Nueva York, puede trasladarlas a Hong Kong, haciéndola mundial. Hong Kong, tierra, historia y personas muy especiales. Aún nos quedan cosas por ver.

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